!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz 2011


Celebremos que estamos vivos, que alguien nos quiere y que existe la belleza. A todos, muy feliz año.

Richard Serra, "La materia del tiempo" en el Guggenheim

La materia del tiempo. El conjunto de ocho esculturas de Richard Serra que ocupan la sala más espaciosa del Museo Guggenheim de Bilbao. "La experiencia de la vida a través de las obras constituye el objeto mismo del arte, y dicha experiencia tiene probablemente poco o muy poco que ver con la realidad material de la obra. Mi trabajo implica, ante todo, deambular y mirar, pero no le puedo enseñar a nadie cómo andar ni cómo mirar", manifiesta el escultor.

Pocos actos tan íntimos como el diálogo que se establece entre el espectador y la obra. A veces se produce una relación tan intensa que surge la emoción, la sacudida, el escalofrío. A qué parte de lo más profundo de cada cual habla la música, la pintura, la escultura que consigue vencer barreras sólidamente levantadas y que nos preservan de tantos dolores de la vida. El arte nos vuelve porosos, ligeros, y el placer que nos procura parece abrirnos horizontes hacia nuevas experiencias. Nadie enseña a nadie a mirar, a caminar. La obra te habla y sólo hay que escucharla. Dejar que la mirada discurra libre, explore, y dejarte ir por los caminos que te muestra.

Richard Serra crea espacios y estos recrean mundos. Te introduces en su escultura, en cualquiera de las piezas, te dejas llevar y comienza una experiencia de una belleza conmovedora. Acaricias la superficie, su textura rugosa en zonas, suavemente satinada en otras, rayada a veces; siempre mimada. Caminas por el sendero que sus formas delimitan, y yo me siento en un desfiladero, las paredes se curvan, bailan a mi paso. El cielo se abre y se cierra, el espacio se contrae y se expande. Con las texturas también cambia el color de las paredes: del negro al cobrizo, del marrón al rojo. Ahí dentro te olvidas de lo que quedó fuera. Las paredes te abrigan, te abrazan. A veces están a punto de oprimirte cuando se abren en una curva majestuosa, una vibración sensual de la materia.













"El recorrido por las instalaciones de Bilbao comienza con la mayor y más compleja de las espirales diseñadas al día de hoy por el artista; esta describe una trayectoria en la que se despliega un espacio sucesivamente cerrado/abierto/cerrado/abierto/cerrado, sin que la regularidad de la curva permita adivinar la alternancia de contracciones y dilataciones que engendra el caminante a lo largo de su marcha." He aquí la explicación racional que ofrece el catálogo del Museo. Pero, dentro de La materia del tiempo no hay lugar para los análisis racionales, si no quieres dilapidar su belleza.

Ahí dentro me asaltó el recuerdo del Siq de Petra y reviví el deslumbramiento de aquel atardecer, hace casi treinta años, en el que recorrí maravillada el gran Siq hasta descubrir el Khasne. Caminando por aquella enorme grieta natural, contemplando las texturas, los colores, el encaje de bolillos que el viento había dibujado en la arenisca. Allí me llevó de nuevo la obra de Serra, y no puedo más que agradecérselo.

jueves, 30 de diciembre de 2010

El cielo protector, Paul Bowles


Coincidiendo con un viaje a Marruecos, releo la obra de Paul Bowles. Camino por las calles de Tánger con la música de sus palabras cantándome al oído, y recreo su mirada despiadada y amorosa sobre las paredes encaladas y la piel cuarteada de los viejos, encorvados bajo sus chilabas.

" De regreso en la habitación, volvió a cerrar con llave y se acercó a la ventanita. De un tirón arrancó la sábana que la tapaba.El muro de afuera se teñía de rosa a medida que el sol iba cayendo en el cielo; el rosa llenó la habitación. En todo el tiempo que dedicó al equipaje no había mirado ninguna vez hacia el rincón. En aquel momento se arrodilló y miró la cara de Port de cerca, como si no la hubiera visto nunca. Apenas rozándole la piel, le pasó la mano por la frente con infinita delicadeza. Se inclinó más y apoyó los labios sobre sus cejas. Permaneció así un rato. La habitación se tiñó de rojo. Suavemente apoyó la mejilla en la almohada y le acarició el pelo. No derramó ninguna lágrima; era una despedida silenciosa. Un zumbido de extraña intensidad delante de ella le hizo abrir los ojos. Observo fascinada como dos moscas hacían el amor, breve y frenéticamente, sobre el labio inferior de Port."

Escalofriante descripción de una despedida, la que precede a la huida de Kit hacia la locura, abandonando su lucidez junto al cadáver de Port, su marido. Aquel del que Bowles escribe:

"Aquella noche despertó llorando. Su ser era un pozo de mil millas de profundidad, ascendía desde las regiones inferiores con un sentimiento de infinita tristeza y de gran reposo, pero sin recuerdo de sueño alguno, salvo la voz sin rostro que había susurrado: "El alma es la parte más cansada del cuerpo." La noche era silenciosa, salvo por un leve viento que soplaba a través de la higuera y movía los bucles de alambre que colgaban de sus ramas. Se rozaban al balancearse, chirriando ligeramente. Tras escuchar un rato, se durmió."


En otro punto del relato, Port había dicho:

"La muerte siempre está en camino, pero el hecho de que no sepamos cuando llegará parece restarle finitud a la vida. Lo que odiamos tanto es esa terrible precisión. Pero como no sabemos, nos toca creer que la vida es un pozo sin fondo. Sin embargo, las cosas ocurren solo un determinado número de veces, en realidad, muy pocas. ¿Cuántas veces más recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que forma una parte tan entrañable de tu ser que ni siquiera puedes imaginar la vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizás ni eso. ¿Cuántas veces más verás salir la luna llena? Quizás veinte. Y sin embargo todo parece ilimitado."

Estos párrafos que reproduzco pertenecen a "El cielo protector", que Bowles escribe en Marruecos aunque la acción se desarrolla en Argelia, y describe como nadie la belleza y la crueldad del desierto y de ese cielo infinito que protege del que está detrás, del cielo oscuro y amenazante. El cielo protector que, al rasgarse, facilita el paso a la muerte.


Aunque Bowles siempre insistió en que esta novela no era autobiográfica, todo el mundo quiso creer lo contrario. Hasta el propio Bertolucci, al convertirla en película, buscó a una actriz que físicamente se pareciera a Jane, su mujer, para interpretar a Kit. "Bernardo Bertolucci, que tuvo la fatídica idea de llevar este recalcitrante libro al cine, creyó ver en él grandes posibilidades publicitarias. Quiso que Debra Winger se pareciera lo más posible a Jane", manifestó el escritor.

Hoy se cumple el centenario de su nacimiento. Os dejo unos minutos de película para que disfrutéis la belleza del desierto.


miércoles, 29 de diciembre de 2010

La obra de Simon Fujiwara en Murcia

La imagen que veis corresponde a un falo de cuatro metros y medio de largo, tallado en resina, "obra de arte" realizada por Simon Fujiwara y que quien lo desee puede contemplar, hasta el próximo 9 de enero, en el antiguo edificio de correos de Murcia. La organización de la exposición corre a cargo de Hedwing Fijen, la holandesa fundadora de Manifiesta, una bienal de arte contemporáneo europeo que se muestra, de forma itinerante, por diferentes ciudades. "Me interesa la conexión entre cultura, arte, política o sexo", manifiesta Fijen. "Lo que quiero es provocar, no cambiar el mundo", añade.













En un artículo escrito para la revista Latitudes, Max Andrews y Mariana Cánepa Luna, nos ilustran sobre este "artista":

"Abarcando varios formatos – performances/conferencias, publicaciones ficticias y colecciones de diversos artículos y objetos – los recientes proyectos del artista berlinés Simon Fujiwara (1982) se forman a partir de la recolección de evidencias más o menos plausibles. Cada una de ellas desentierra un mito implícito de los orígenes humanos y una arqueología sexual explícita, tejiendo un conjunto de narraciones que nos llevan desde el pasado común de los hombres, hasta al tiempo reciente y personal de Fujiwara y su historia familiar. Hijo de madre británica y padre japonés, el artista ha desarrollado una práctica artística entorno a su propio origen y a la cuidadosamente construida frontera límite entre la etología, el erotismo, la arquitectura y lo ancestral, mediante la escritura y re-escritura de historias, biografías y cuentos porno gay que tienen la misma credibilidad y artesanía que un tratado paleontológico".

Definitivamente, estoy fuera de bolos.

Kurosawa y sus storyboards


Dicen que no existe un camino más directo hacia la universalidad que bucear en lo particular. Una gota de agua contiene el océano, una mota de polvo el universo. Todas las obras maestras son poco más que la mirada exacta sobre el suceso ínfimo, en manos de quien tiene el secreto de la belleza. Un hombre, todos los hombres.

Akira Kurosawa, el maestro de cineastas, el director más local se transmuta en el más universal. Hijo de un militar descendiente de samurais, lleva al cine historias íntimamente ligadas al pasado de su país, a los valores eternos personalizados en los samurais, y al hacerlo lo trasciende y logra hablar de lo que a todo ser humano compete: la soledad, el amor, el honor, la violencia, el miedo. Estudiante de Bellas Artes en Tokio, enamorado de la obra de Cezanne, Van Gogh, Renoir, de Shakespeare, de la literatura rusa, consideraba que el cine podía sintetizar el resto de las artes, que un plano podía contener la fuerza narrativa de la novela, la fuerza expresiva del mejor teatro, la belleza plástica de la pintura. Kurosawa tiende un puente entre oriente y occidente y nos acerca una forma de entender el mundo cargado de belleza y mucho más cercano a nuestras raíces culturales de lo que en principio podríamos pensar.













Sus historias se nutren por igual de leyendas medievales japonesas, el teatro noh y la obra de escritores como Esquilo, Simenon o Tolstoi, y del influjo de cineastas como John Ford o William Hart. Del mismo modo, su cine ha sido fuente de inspiración para directores como Spielberg, Scorsese, Lucas o Kitano.


Con motivo de su centenario, la Alhóndiga de Bilbao ha organizado una exposición titulada La mirada del samurai. Los dibujos de Akira Kurosawa de la que algo comenté en una entrada anterior, pero en la que me gustaría abundar después de haber podido disfrutarla hace unos días en la capital vasca. La muestra presenta una colección de fantásticos dibujos del director japonés, que conforman los storyboards de varias de sus películas, junto a la proyección de fragmentos de sus filmes, vestuario y carteles publicitarios, además de conferencias, cursos, talleres y un ciclo de cine.















Cuando entras en la sala, la inmersión en su universo es total. Varias pantallas reproducen a la vez secuencias de sus películas acertadamente elegidas, de una fuerza visual impresionante. Pero, sobre todo, lo que te deja boquiabierta, quizá por lo desconocida, es la calidad de los dibujos. Vemos reproducidas escenas de Kagemusha, la sombra del guerrero, en cuyos dibujos no solo muestra su conocimiento del imaginario japonés sobre su pasado histórico, sino que incorpora referencias a la historia del arte occidental, desde las pinturas de batallas del bajo Renacimiento italiano a las escenas oníricas del simbolismo y el surrealismo de principios del siglo XX.













Sobre estas líneas, parte del storyboard de Ran, la película en la que Kurosawa logra sintetizar magistralmente lo oriental y lo occidental al inspirarse para su argumento en El rey Lear de Shakespeare con los recursos del teatro noh. Un alegato contra la guerra en cuya traducción pictórica vemos la influencia de Van Gogh y los impresionistas franceses. También podemos contemplar en la exposición dos de los kimonos utilizados en la película.














Los sueños de Akira Kurosawa
, considerada como el testamento fílmico del cineasta, está compuesta por ocho historias que resumen las grandes preocupaciones morales, estéticas e intelectuales de Kurosawa. Al quinto episodio, Cuervos, dedicado a Van Gogh, dedicaré una entrada a parte, pero merece la pena fijarnos en estos dibujos, de clara influencia fauvista, que me recuerdan a algunas pinturas de Chagall.












De gran simplicidad y esquematismos son los dibujos preparatorios de la película Rapsodia en agosto, en la que una familia rememora el efecto de las bombas de Hiroshima y Nagasaki en sus vidas. El director aborda este tema sin efectismos, sustituyendo la espectacularidad con el silencio expresivo.












El ambiente opresivo de Espera un poco se adivina ya en los dibujos preparatorios, en los que abundan los claroscuros, las tonalidades sombrías, los colores ácidos y las toscas pinceladas. Y la exposición se cierra con los storyboards de la historia de amor prohibido entre un samurai y una geisha, El mar que nos mira, una película que el director no llegó nunca a rodar y que fue finalmente dirigida por Kei Kumai.

martes, 28 de diciembre de 2010

Rubens, Helena e Isabella

El 6 de diciembre de 1630 Rubens se casa con Helena Fourment, y comienza la elaboración de este óleo, El jardín del Amor, en cuya realización puso especial cuidado a tenor de los bocetos y estudios que nos han llegado. El cuadro es la recreación de una escena cortesana galante, en el que se mezclan personajes reales con otros mitológicos, como los amorcillos, que portan símbolos del amor conyugal, o las fuentes de las tres Gracias y de Venus, que aluden al amor fecundo. El conjunto es una exaltación al amor y al matrimonio. Un cuadro delicioso, magnífico en su composición, en la viveza de sus personajes y la vistosidad de la escena, exuberante de vida y sensualidad, como tantos cuadros del artista. En el personaje central reconocemos los rasgos de Helena, modelo de muchas de sus obras.



Aquí la tenemos, en un maravilloso retrato, ataviada con joyas, plumas y ricos ropajes, como no podía ser menos tratándose de la esposa del pintor más afamado de su tiempo. Y abajo, a la derecha, posando desnuda, cubierta solo parcialmente por un manto de piel. 17 años tenía Helena cuando Rubens realiza este cuadro, en 1631, un año después de su matrimonio. Como ya hemos comentado en otra entrada dedicada al pintor holandés, Rubens bebía de los maestros, copiaba sin pudor las obras de los pintores a los que admiraba. En esta ocasión, vemos la clara influencia de Tiziano y sus Venus ( a la izquierda) en el retrato de su esposa desnuda, aún cuando el tratamiento de la piel y la exuberancia de la carne resulta personalísimo. La figura se recorta sobre un fondo neutro y recibe un fuerte haz de luz que da a su piel un color perlado. El canon de belleza rubeniana queda patente en este retrato, demostrando que era el estado natural de las mujeres de su tiempo, siendo sinónimo de una buena alimentación y, en consecuencia, de distinción. La mirada de Helena se dirige al espectador en un diálogo muy sugerente. El color negro del abrigo y del fondo contrasta con la claridad de la piel. El efecto atmosférico que se crea a través de la llamada "técnica discontinua" también es heredero de Tiziano.





















El matrimonio tendrá cinco hijos: Clara Juana, Francisco, Isabel, Pedro Pablo y Constancia Albertina, nacida póstumamente. Y Rubens pinta las escenas familiares. Aquí vemos al matrimonio paseando por los jardines de su casa con el mayor de sus hijos varones, Francis, y a la derecha a la madre con el niño.





















Me encanta la maestría del pintor al trasladar al lienzo las texturas, tanto de los ropajes como de la piel de la mujer y el niño, así como las transparencias de las gasas bajo las rodillas de ella.


Sobre estas líneas vemos otra escena familiar en el jardín, seguramente también con su hijo Francisco, y la reproducción de la entrada de su casa, la misma que encontramos en El jardín del Amor, el cuadro con el que abro el comentario. La suntuosidad y riqueza tanto de los jardines como de los espacios arquitectónicos nos hablan del elevado "status" del que disfrutaba la familia.

Pero Helena no fue la única esposa del pintor. Antes que a ella Rubens había desposado a Isabella Brandt, cuando contaba 18 años. Y también la convirtió en su modelo. En este maravilloso cuadro se les ve juntos, él mucho más joven que en los posteriores con Helena.



Y dos retratos más de Isabella. Me gusta especialmente el dibujo, realizado cuando ella contaba 31 años, en el que podemos disfrutar de su enorme destreza como dibujante. Un rostro interesantísimo.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Bilbao

Una masa densa de nubes gris marengo aplasta las azoteas de Bilbao, dibujando un pasadizo entre el techo nuboso y el suelo brillante de agua en el que parece no haber amanecido. Este es el panorama con el que llego a la capital vasca a mediodía de un día entre semana, a esta ciudad que me recuerda tanto a la mía, a Oviedo, rodeada de montes, con las fachadas ennegrecidas y ese aire antiguo y señorial, como la canción de la Pradera, que me hace sentir en casa.
















He elegido un hotel frente al Guggenheim y, al llegar, se produce el milagro. Se abre una grieta entre las montañas de nubes y el sol ilumina el museo. Las placas de titanio se vuelven doradas, su silueta se refleja en las losas de caliza húmeda del pavimento. Este museo es una joya a la que la luz viste caprichosamente de colores. Un espectáculo extraordinario.


















Ha dejado de llover. La ciudad brilla. Camino por la Gran Vía de Bilbao, veo pasar a la gente, abrigada y presurosa, con esa distinción característica. Me entretengo contemplando las magníficas fachadas de sus edificios, los escaparates de las tiendas. Y recuerdo el poema de Blas de Otero, poeta bilbaíno:

"Si algo me gusta, es vivir.

Ver mi cuerpo en la calle,

hablar contigo como un camarada,

mirar escaparates

y, sobre todo, sonreír de lejos

a los árboles..."

Blas de Otero habla en muchas ocasiones de Bilbao en sus poemas, explícita o implícitamente. Pero el suyo es el Bilbao industrial, indigente, beato, adúltero e hipócrita de aquella época oscura. Es el infierno que algunos autores vascos de este siglo y de finales del anterior satanizaron. El que encontramos en su poema Muy lejos.

Y ahora, mientras escribo, ya en Madrid, en mi casa, recuerdo Bilbao, estación terminal, poemario de Miguel Rojo, poeta asturiano, amigo. Me levanto, me dirijo a los estantes de poesía, busco y, !oh sorpresa¡, otro libro que no ha sido devorado por el mostruo de los libros, ese que se esconde tras mi librería y se alimenta de todos los ejemplares que van desapareciendo de mis baldas. Me dejo mecer por sus palabras: "Na memoria del agua/siempre llueve./Na mía/cuando m'alcuerdo d'aquel día/aquel viaxe/tamién."

Llovía en Bilbao, pero a mi la lluvia me abraza, levanta esos olores de la tierra que necesito tanto como el comer, y que tanto añoro.

Al día siguiente, amaneció despejado sobre la Villa del Nervión. Paseando crucé la ría, me detuve en un mercadillo de artesanía junto al teatro Arriaga, almorcé en el Café Boulevard del que hablé hace algún tiempo, uno de los establecimientos con más encanto de Bilbao, y recorrí el casco antiguo donde descubrí este estupendo grafiti que os muestro.












Así le canta Ute Lemper a la ciudad. Me encanta este Bilbao song compuesto por Kurt Weill musicando el poema de Bertolt Brecht.



La familia real noruega

Según recogen los medios de comunicación, los príncipes herederos de la corona noruega llevan cerca de dos meses recorriendo distintos países asiáticos en compañía de sus hijos, con el objetivo de que la futura reina y sus hermanos conozcan "las distintas culturas y cómo viven las personas en otros lugares del mundo". Unas espléndidas vacaciones, desde luego. Aunque lo realmente sorprendente del comunicado emitido por la casa real noruega es su afirmación de que los herederos no han querido disfrutar de grandes lujos durante el viaje, sino vivir "de la misma manera" que lo hacen los habitantes de los pueblos que visitan.



"Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente"

domingo, 26 de diciembre de 2010

Edith Piaf . Non, Je ne Regrette Rien



La inconparable Edith Piaf, en 1962.

Shárik, un artista urbano en Rusia


Como no podía ser menos, Rusia también tiene su Banksy. Se trata de Shárik, que en ruso significa globo o bola pequeña, aunque se utiliza también para referirse a un perro. Shárik se dio a conocer fuera de las fronteras de su tierra natal Ucrania, en 2007, cuando Alexander Sokolov, ministro de cultura soviético, prohibió el traslado de una obra del artista, titulada El beso de dos policías rusos en un bosque siberiano a una exposición conjunta de artistas rusos en París. El argumento empleado fue que la imagen era una "vergüenza" para los rusos. Está claro que con este grafiti Shárik le hacía un guiño a Banksy y a su Beso entre dos bobbies.

Aquí vemos a Stalin, vestido de barrendero, amontonando como basura símbolos extranjeros. Como todo buen grafitero, Shárik utiliza el spry y las plantillas para denunciar la situación que, a sus ojos, hoy vive su país: la corrupción de la clase política y empresarial, su occidentalización o la violencia. Esperemos que no termine como su colega Banksy, vendiendo cuadros a Kate Moss o Angelina Jolie. O sí.