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sábado, 31 de diciembre de 2011

Navidad


Entre una marabunta humana alcanzo la salida de metro de Sol. No cabe un alfiler. La plaza bulle entre familias con niños, jóvenes disfrazados, hombres anuncio ("compro oro": en algún lugar leí que la señal fehaciente de una economía en crisis es la proliferación de estos locales, remedos del antiguo Monte de Piedad, imagino), loteras en sus tambaleantes sillas de tijera vendiendo décimos de la Lotería del Niño de Doña Manolita, paseantes y mirones. Con gran dificultad, calle Mayor arriba, alcanzo la Plaza Mayor.














Cuando era niña mi padre nos traía en Navidad a mis hermanas y a mí a dar un paseo entre los tenderetes de la Plaza, donde encontrábamos la figurita del belén que nos faltaba, espumillón para adornar el árbol o panderetas y zambombas, que mi padre tocaba maravillosamente. Un año compramos, con gran jolgorio por nuestra parte, un "caganer" catalán, aunque entonces ninguno sabíamos de su nacionalidad. En los nacimientos asturianos siempre se colocó uno escondido entre rocas. Incluso lo celebra un villancico de mi tierra: "Allá arriba en aquel altu, había un hombrín cagando, pa los amos desta casa, que nun nos dan aguinaldu."














Paseo de la mano de mi nieto por los mismos lugares por los que caminé de la mano de mi padre, junto a mis hermanas. Los ojos de mi niño brillan con idéntica excitación. En vez de una pandereta me pide una pistola de plástico transparente que se enciende en colores cuando aprietas el gatillo y expulsa pompas de jabón por la boca. Me lo vende una china en perfecto castellano. Todo llama su atención, todo es celebrado a brincos.














A las puertas de El Corte Inglés los Reyes Magos se dejan fotografiar con los niños. En mi infancia el príncipe Aliatar, embajador de los Reyes Magos encargado de recoger las peticiones de los niños, llamaba por teléfono a mi casa y hablaba con cada una de nosotras, recordándonos nuestras virtudes y afeándonos los defectos. Me vuelvo a ver con el teléfono de baquelita en la mano, estupefacta por toda la información que aquel lejano y exótico príncipe demostraba tener sobre mi comportamiento. Recuerdo la Navidad de mis años infantiles como una época mágica. Aquellos años en que la familia era todo mi mundo, un mundo armónico, bondadoso, rodeado de belleza. Pienso en todo ello mirando a mi nieto, feliz de mi mano.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Museo del Romanticismo. El dormitorio, un reducto para la intimidad

El dormitorio, el último reducto para la intimidad. Esta habitación, el dormitorio del ama de casa de este precioso palacio del que os voy hablando en entradas sucesivas, hoy sede del Museo del Romanticismo, es una tentación irresistible para un espíritu cotilla como el mío. Me obligan a mirar desde una distancia prudencial, me vigilan. La cama es de caoba, tipo góndola, muy estilo imperio, cubierta por un amplio dosel que servía para conservar el calor. A su lado, una cuna de estilo fernandino. Un biombo tras el que la dama se desvestía, un costurero, un "paje" en el que retocarse, un escritorio, la mesita de noche tras cuya puerta frontal se guardaba el bacín.


















El tocador, en la fotografía de la izquierda, es un mueble precioso con labores de taracea en madera clara. Sobre él, varios frascos con perfumes y esencias y un juego de tocador de opalina verde. En ellos guardaban el "aceite viejo" mezclado con yemas de huevo para embellecer la piel; aguas de lis, del Ángel y de Atenas; crema de pepinos; jabones y perfumes de rosa, bergamota, limón o violeta.

No nos olvidemos del boudoir, pieza clave de la intimidad femenina importado directamente de París. Es una habitación de uso exclusivamente femenino, destinada a la dueña de la casa y sus amigas. Allí pasaba las tardes leyendo, escribiendo, cosiendo o de tertulia con sus más íntimas visitas. La decoración del boudoir solía contar con algún elemento orientalizante.














En los textos de la época es muy común el término "maqueado", del japonés "makie", una laca o barniz dorado muy apreciado en los muebles de entonces. Gozaron de gran popularidad unos muebles de papel maché, elaborados por los ingleses Jenning y Bettridge, cuyo acabado recuerda mucho los lacados orientales.

















En las vitrinas se exponen algunos objetos típicamente femeninos: joyas y bibelots, porcelanas, polveras, joyeros, cajitas. A la derecha os muestro una curiosa colección de carnets de baile. En aquella época las mujeres apuntaban en estos pequeños cuadernos los bailes que les iban solicitando los caballeros. Según la calidad de estas pequeñas libretas se suponía el status social de la dama.













Y entramos en los dominios masculinos. Este es el dormitorio del cabeza de familia, mucho más sobrio que el de su mujer. La cama es estilo Carlos IV, una pieza preciosa con marquetería y aplicaciones de bronce dorado. Un sencillo tocador con los útiles de aseo, un espejo, unas butacas y la mesita de noche completan el mobiliario.

jueves, 29 de diciembre de 2011

El Roto


El Roto, diario El País, 28 de diciembre de 2011

La crítica de arte


¿Para quién escriben los críticos de arte en los medios de comunicación? Desde luego no para el común de los mortales que compran el diario y creen entender medianamente el román paladino. Al menos, no para mí. Los que de vez en cuando entráis en mi blog y tenéis la paciencia de leer alguno de mis comentarios sabéis que soy adicta a las páginas culturales de los periódicos y que suelo tragarme los artículos referidos a literatura, cine, teatro y artes plásticas, e incluso disfrutarlos. En general, mal que bien, me entero de lo que el firmante quiere decir, excepto si se trata de un crítico de arte, en cuyo caso, por mucho que me lo proponga, no entiendo ni una palabra. Pienso que quizá no hayan caído en la cuenta de que un medio de comunicación tiene como principal objetivo comunicar, perdón por la perogrullada, es decir, darse a entender a una mayoría de ciudadanos, y ellos lo utilizan para, a través de su críptico lenguaje, comunicarse entre ellos. O será que yo cada día tengo las entendederas más oxidadas. Seguramente.



Un ejemplo. Suplemento de cultura del diario El País del 10 de diciembre. Artículo firmado por Ángela Molina, titulado Una cáscara de nuez. Arranca así: "Arrastrado quizás por la procesión de inenarrables sentimientos frente a la madre muerta, el hombre disuelve su oficio como hijo y sobrevive ahora como artista larvario que excava galerías bajo el suelo en busca de una cámara lúcida. Javier Codesal ha ido infinitamente más lejos que Roland Barthes, y ya no se pregunta "si estamos enamorados de ciertas fotos", como cuando el semiólogo francés, frente a una fotografía de juventud de su madre, fallecida poco antes, se ve mordido por el punctum, ese agujerito en la ansiedad neurótica de la pérdida por donde el tormento deja de ser inútil. La nostalgia del amor materno en Barthes viene de la creencia de que no es a la persona querida a la que vemos; lo que está ante nuestros ojos es el azar de una flecha que punza, la presencia de una ausencia. La fotografía está unida al amor y a la muerte, y sea lo que sea que ofrece a la vista, lo que representa es lo que allí estaba, el indicio del indiferenciado flujo de la existencia."

No sé vosotros, yo lo leí y me quedé de piedra. Busqué en Internet información sobre la exposición Las estructuras elementales que le inspiró este texto, un conjunto de fotografías firmadas por Javier Codesal que se exponen en la galería Casa sin Fin, en Madrid. Las imágenes con las que ilustro el comentario pertenecen a ella. Siento no poder ofreceros el texto completo, no lo he encontrado en la red.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

"No leído en la prensa", por Juan Goytisolo


1. Es ya oficial: la prestigiosa e infalible agencia de notación Moody's ha rebajado a AAa la nota del Espíritu Santo. Según el Consejo Superior Bancario, el Padre y el Hijo conservan por ahora la triple AAA.

2. La plegaria de Su Santidad Benedicto a la Virgen por el éxito de la Cumbre Europea de Bruselas llenó de estupor a los banqueros y gestores de la crisis. (¿Cómo se ha atrevido el Pontífice a mezclar a la Virgen con algo tan intangible y sagrado como es el euro?).

3. El Reino de Don Quijote, el gran proyecto inmobiliario y de ocio -incluido un complejo hotelero de cinco estrellas estilo Las Vegas y para el que se preveían inversiones de 6.500 millones de euros- está en suspensión de pagos. La noticia sorprendió al hidalgo manchego y a su fiel escudero en la venta de Maritornes del capítulo XVI de la Primera Parte. Aunque asediado por los medios, nuestro héroe se negó a posar ante las cámaras y a hacer declaraciones a los corresponsales internacionales acreditados en España.

4. El anuncio de que la Iglesia católica, en razón de la grave crisis que atenaza a la mayoría de la población, iba a renunciar a los privilegios que le otorga el Concordato firmado después de la muerte de Franco y donar incluso una parte de sus bienes a los SDF (sin domicilio fijo) y a los millones de ciudadanos en paro, fue inmediatamente desmentida por el portavoz de la Conferencia Episcopal. No hay que confundir los bienes materiales con los espirituales, explicó a la prensa. Unos son transitorios y los otros eternos e inmutables. Eso sería, añadió con una sonrisa discreta, mezclar capachos con berzas.

(...)

Hoy, día de los Santos Inocentes, el escritor Juan Goytisolo firma este corrosivo e ingenioso artículo en El País. No tiene desperdicio. Al menos, sonríamos.

El Roto


El Roto, diario El País, 27 de diciembre de 2011

Feliz Navidad

"La tarea del traductor", por Miguel Morey


(...)

"¿Qué dice una obra literaria? ¿Qué comunica? Muy poco a aquel que la comprende. Su razón de ser fundamental no es la comunicación ni la afirmación. Y sin embargo la traducción que se propusiera desempeñar la función de intermediario solo podría transmitir una comunicación, es decir, algo que carece de importancia. Y este es en definitiva el signo característico de una mala traducción". Así como el lenguaje de los hombres es aquel capaz de traducir a palabra el nombre mudo de las cosas, eco del lenguaje primordial, el traductor tiene como objetivo por su parte plasmar en la lengua de destino el pulso que late secretamente en el original, y no tanto como parangón más o menos adecuado cuanto como complemento necesario, exigido por el original para acabar de llegar a ser todo lo que puede ser. Porque lo que vincula al original con su traducción no son tanto las homologías formales que pudieran establecerse entre ambos cuanto el presentimiento común de un lenguaje puro que fuera a la vez nombrar, conocer y crear, esa fuerza que Benjamin convocaba al rememorar sus cuentos infantiles.
(...)
En pocos años hemos asistido a una velocísima reducción del conocimiento a información, a su ruda imposición como tal. Hace cuatro días se nos dijo que éramos la sociedad de la información y la comunicación, hoy, sin que apenas nada haya cambiado, somos la sociedad del conocimiento. Bien, lo único que ha cambiado es la conversión del conocimiento a la contabilidad de la información y su consiguiente disponibilidad como mercancía.

Miguel Morey, diario El País, 26 de diciembre de 2011

martes, 27 de diciembre de 2011

Museo del Romanticismo, la vida privada en el siglo XIX


Durante las primeras décadas del siglo XIX la casa adquirió una gran importancia como lugar de ocio tanto social como privado. En la zona noble, dedicada a "recibir", se mostraban los muebles, adornos y obras de arte que denotaban el status económico y social de la familia. En una entrada anterior os mostré las distintas piezas que solían conformar esta parte de la casa. Se organizaban bailes, cenas, tertulias, funciones teatrales y soirées musicales. Los hombres jugaban al billar, las amigas se reunían a merendar y jugar a las cartas. Según el nivel de confianza, las visitas accedían a rincones más íntimos de la casa.













Esta es una de las piezas que más me gusta de este palacio, el comedor, cuya importancia se acentúa en la época isabelina, siendo utilizado fundamentalmente para las cenas ya que las demás comidas se hacían en cualquiera de las salitas que os mostré hace unos días. La mesa velador es de caoba, y es la misma en la que Primo de Rivera ofreció una cena al Consejo de la Sociedad de Naciones. Está vestida con un mantel de hilo adamascado y servicio de porcelana de París de 1829, decorado con la corona ducal. Me encanta el protocolo de las comidas, la belleza de vajillas y cristalerías, los muebles auxiliares. Me lo llevaría todo a mi casa.













El oratorio. Esta habitación me retrotrae a mi infancia. Recuerdo el oratorio de la casa donde nací, el altar, las casullas con las que el sacerdote se vestía cuando venía a decir misa. Una pieza bastante más modesta que esta que os muestro, presidida por el magnífico lienzo de Goya representando a San Gregorio Magno. No conocía este cuadro y me impresionó sobremanera. Solo por contemplarlo merece la pena la visita.

























Esta es la habitación de los niños, conectada directamente con las habitaciones del ama de casa de las que os hablaré en otra entrada. Servía como sala de juegos y dormitorio de los hijos mayores, ya que los bebés seguían compartiendo dormitorio con la madre. Es una sala alegre de mobiliario ligero y resistente, en cuyas vitrinas se expone una colección de juguetes infantiles de la época.


























De la misma manera que en la casa estaban claramente diferenciadas las áreas masculina y femenina, en el cuarto de los niños se identifican a través de los juguetes los distintos roles a los que ambos sexos estaban destinados. Entre las preciosas casas de muñecas me llamó la atención esta, representando a unas monjas en sus distintos quehaceres domésticos. O madre de familia o religiosa, estas eran las opciones.


lunes, 26 de diciembre de 2011

Agosto (Condado de Osage), en el Teatro Valle-Inclán


Llega a Madrid Agosto (Condado de Osage), de Tracy Letts, precedida de clarines y pífanos: más de seiscientas representaciones en los teatros de Broadway, el primer puesto en la lista de los espectáculos más destacados de 2007, un Premio Pulitzer, cinco premios Tony y un proyecto de película protagonizado por Meryl Streep y Julia Roberts. A todo esto la crítica madrileña se deshace en halagos y celebra la vuelta al teatro de la actriz Amparo Baró. Así que voy al Valle-Inclán cargada de expectativas y buenos augurios aunque un poco temerosa: casi cuatro horas de representación en sus incomodas butacas pueden ser una verdadera tortura.

Agosto cumple sobradamente con todas las expectativas, las cuatro horas pasan en un vuelo. Todo me gustó: la dirección de Gerardo Vera, la versión que del texto original hace Luis García Montero (fluye el texto, lleno de fuerza y autenticidad), la puesta en escena, la música (suena Bob Dylan, Eric Clapton) y el trabajo de los actores. Amparo Baró es una actriz que, como otras muchas grandes damas de la escena, siempre es ella misma, pero cuando el papel se adapta a su registro (y este lo hace a las mil maravillas) se convierte en una fuerza de la naturaleza. Es un espectáculo verla en escena. También me gustó el resto del elenco, en especial la joven Irene Escolar. Pero si tuviera que quedarme con algo sería, sin duda, el trabajo de Carmen Machi. La había visto de refilón en alguna serie de televisión, a las que no soy muy aficionada, y nunca me atrajeron los papeles que interpretaba. Qué grande, Carmen Machi, qué pedazo de actriz. Todo matices, sutilísima, una bomba en escena. Entre Amparo Barró y ella llenan el escenario en una réplica extraordinaria.

Si tenéis ocasión volad al teatro y no os las perdáis. Os dejo unas imágenes.

Pablo Alborán y Carminho "Perdóname"

domingo, 25 de diciembre de 2011

René Daniëls en el Palacio de Velázquez

"Una exposición es siempre parte de un todo mayor", afirmaba el pintor holandés René Daniëls de quien el Museo de Arte Reina Sofía ha montado una preciosa exposición en el Palacio de Velázquez de El Retiro. Preciosa e interesantísima porque la selección de las obras nos permite explorar las diferentes facetas de su pintura. Su medida ambigüedad, su ironía, su ternura, su espíritu lúdico y la mordacidad con la que juzgaba la realidad.












A los 37 años, siendo considerado uno de los pintores holandeses más interesantes de su generación, Daniëls sufrió un derrame cerebral que le ha impedido trabajar durante mucho tiempo. Dejó un gran número de dibujos, esbozos y cuadros en distintas fases de realización, algunos de los cuales podemos ver en esta exposición. Nos encontramos en los años 70 y 80, en plena época underground.












En 2007, después de casi veinte años sin trabajar, empezó de nuevo a pintar cuadros de pequeño formato. Sus limitaciones físicas (ahora tiene que pintar con la mano izquierda) le han obligado a encontrar un nuevo lenguaje, pero su obra sigue poseyendo la misma fuerza expresiva, la misma luminosidad que en su mejor momento.













Me entusiasma esta serie que en la exposición denominan como pajaritas, y que son espacios abiertos a múltiples significados. Veamos sus títulos: Pinturas sobre lenguas desconocidas, Historia Misterio, Pintura sobre la corrida de toros, Pintura sobre lugares desconocidos ... Me atraen como un imán, me subyugan. Son espacios vibrantes y luminosos, enormemente sugerentes.


















Estos dos cuadros forman una unidad. Su título: "A veces un disco en el momento más inesperado...". En estas fotografías no podéis apreciar las texturas de los fondos. El cuadro de la izquierda parece un mar embravecido, de profundidades abisales, amenazador y misterioso, observado por una luna resplandeciente y redentora. Y a la derecha, densas sombras matéricas
sostienen ¿una columna?. O es una puerta que se abre hacia la luz? O la i del punto que se encuentra en el cuadro vecino?.

















La ironía, la crítica, la ternura de sus personajes. Una exposición espléndida que os aconsejo disfrutar con tiempo.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Pedro Salinas, "Y entonces tú ..."


Y entonces tú ...


Perdóname por ir así buscándote

tan torpemente, dentro

de ti.

Perdóname el dolor alguna vez.

Es que quiero sacar

de ti tu mejor tú.

Ese que no te viste y que yo veo,

nadador por tu fondo, preciosísimo.

Y cogerlo

y tenerlo yo en lo alto como tiene

el árbol la luz última

que le ha encontrado al sol.

Y entonces tú

en su busca vendrías, a lo alto.

Para llegar a él

subida sobre ti, como te quiero,

tocando ya tan sólo a tu pasado

con las puntas rosadas de tus pies,

en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo

de ti a ti misma.

Y que a mi amor entonces le conteste

la nueva criatura que tú eres.