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martes, 31 de diciembre de 2013

El Roto

El Roto, diario El País, 28 de diciembre de 2013

Carta de Italo Calvino a Claudio Magris respecto al aborto

Cuando la segunda ola de feminismo se encontraba en su momento de plenitud, en 1975, el escritor Italo Calvino envió una carta al intelectual Claudio Magris, como respuesta a su artículo en contra del aborto llamado “The Deluded”, publicado en el periódico italiano Corriere della sera.

Os ofrezco un extracto:

"Traer a un niño al mundo tiene sentido sólo si el niño es deseado consciente y libremente por sus padres. Si no, se trata simplemente de comportamiento animal y criminal. Un ser humano se convierte en humano no sólo por la convergencia causal de ciertas condiciones biológicas, sino a través del acto de voluntad y amor de otras personas. Si este no es el caso, la humanidad se vuelve —lo cual ya ocurre— no más que una madriguera de conejos. Una madriguera no libre sino constreñida a las condiciones de artificialidad en las que existe, con luz artificial y alimentos químicos.

Sólo aquellas personas que están 100% convencidas de poseer la capacidad moral y física no sólo de mantener a un hijo sino de acogerlo y amarlo, tienen derecho a procrear. Si no es el caso, deben primeramente hacer todo lo posible para no concebir y si conciben, el aborto no representa sólo una triste necesidad sino una decisión altamente moral que debe ser tomada con completa libertad de conciencia. No entiendo cómo puedes asociar la idea del aborto con el concepto de hedonismo o de la buena vida. El aborto es un hecho espeluznante.

En el aborto la persona que es vulnerada física y moralmente es la mujer. También para cualquier hombre con conciencia cada aborto es dilema moral que deja una marca, pero ciertamente aquí el destino de una mujer se encuentra en una situación desproporcionada de desigualdad con el hombre, que cada hombre debería morderse la lengua tres veces antes de hablar de estas cosas. Justo en el momento en que intentamos hacer menos bárbara una situación en la cual la mujer está verdaderamente aterrada, un intelectual usa su autoridad para que esa mujer permanezca en este infierno. Déjame decirte que eres verdaderamente responsable, por decir lo mínimo. Yo no me burlaría tanto de las “medidas de higiene profiláctica”, ciertamente nunca te has sometido a rasgarte el vientre. Pero me encantaría ver tu cara si te forzaran a una operación en la mugre y sin los recursos que hay en los hospitales.

Lamento que tal divergencia de opiniones en estas cuestiones éticas básicas haya interrumpido nuestra amistad."



El sentido común
es el menos
común de los

lunes, 30 de diciembre de 2013

"Futbolín", de Juan José Campanella

No deja de resultar curioso que, tras el éxito de El secreto de tus ojos, el director argentino Juan José Campanella se decida, dando un giro de 180 grados, a enfrentarse al cine familiar con una película de animación. Me gustan los artistas que huyen de terrenos conocidos y afrontan retos, así que, aprovechando las fiestas navideñas y la pasión de mi nieto por el cine le llevo a ver Futbolín. Desde luego no estamos ante una película de Pixar (palabras muy mayores: hace unos días repusieron en televisión Up; la vi por tercera vez y me enamoró tanto como la primera), pero se deja ver, resulta muy entretenida y los niños disfrutan de lo lindo. Detrás del guión (en el fondo, un cuento de hadas) y del ritmo del filme se constata la presencia de un buen director, capaz de dotar de personalidad a cada uno de los personajes (incluidos los jugadores del futbolín que cobran vida y cuyas presencia en pantalla depara los mejores momentos) y de llevar a buen puerto una aventura de buenos y malos, con humor y ternura. Si tenéis hijos, sobrinos o nietos pequeños, es una buena recomendación. Habla de lealtades, generosidad, y el valor de la amistad frente al poder del dinero o la fuerza.








Os dejo el trailer:



domingo, 29 de diciembre de 2013

"Almas", por Manuel Vicent

"La creencia religiosa da por sentado que Dios inserta un alma en el útero de la mujer en el instante mismo de la concepción. Entre los millones de espermatozoides que luchan por conquistar un óvulo femenino solo uno alcanza la victoria. El resto se va por el sumidero, sin que ningún teólogo se escandalice por semejante desperdicio. Se supone que el creador del universo está pendiente de cada una de esas feroces escaladas que se producen a través de infinitas vaginas a lo ancho de este mundo e incluso, tal vez, en millones de planetas habitados de otras infinitas galaxias. En cuanto se realiza la fusión del gameto masculino con el gameto femenino el creador corona esa nueva célula, llamada cigoto, con un alma, pero, al parecer, deja de interesarse por el destino que a esta le espera el día de mañana. Ese cigoto con el tiempo podrá desarrollarse en forma de asesino, de santo, de banquero o de mendigo. Los creyentes más obsesos, que se oponen radicalmente al aborto, no piensan en la biología sino en la teología, aunque para enmascarar su fanatismo religioso sustituyen la palabra alma por la palabra vida. El cigoto tiene derecho a la vida, puesto que Dios le ha inoculado un alma. Solo queda por saber qué sucede con ella cuando se produce un aborto espontáneo. Puede que vuelva al almario común y el creador la aplique a otra pareja que acaba de celebrar un coito triunfal, y el alma que en la primera entrega iba para notario, en la segunda se quede en un simple chapista. En realidad toda esta locura teológica sirve de pretexto hipócrita para reducir a las mujeres al papel de meras incubadoras y negarles el derecho a disponer de su cuerpo durante los primeros meses de embarazo. Como en tiempos del franquismo más siniestro algunas señoras enjoyadas, que gritan detrás de una pancarta contra el aborto, acompañarán a sus hijas adolescentes a un país civilizado para solucionarles el problema, pero otras infelices se verán obligadas, como entonces, a subir por una escalera costrosa hasta un cuchitril clandestino donde les espera una vieja con una aguja saquera y una palangana abollada, gracias a unos políticos de la derecha más reaccionaria, abducidos por unos clérigos inmisericordes que nos están devolviendo a patadas a la España más negra."

Manuel Vicent, diario El País, 29 de diciembre de 2013

Las listas

Mañana de sábado. Mi consabido segundo café con prensa en la Plaza de Olavide, la cafetería de siempre donde me sirven la comanda sin preguntarme qué deseo, esta vez refugiada en el interior pese a la mañana radiante, convaleciente de una gripe que me mantiene gangosa y frágil.
Los suplementos culturales de los periódicos (puntualizo: de El Mundo y El País; el Cultural de ABC me lo guarda mi madre y no lo recogeré hasta dentro de unos días) hacen balance de los más importantes eventos del 2013, y elaboran una lista (qué bueno el artículo de Enrique Lynch, El arte de pensar haciendo listas, publicado en Babelia: "Un escriba memorioso habita en nosotros, de modo que hacer listas, más que una afición o, dado el caso, el síntoma de una no asumida neurosis obsesiva, sirve para que la memoria se pruebe a sí misma y -a veces- para descubrir qué es lo que amamos u odiamos, o necesitamos; o simplemente para saber lo que de verdad nos importa"). Y coinciden en elegir como mejor novela del año En la orilla, de Rafael Chirbes. Como no he leído ni siquiera los títulos que los críticos han saludado con vítores y alharacas durante 2013, soy incapaz de decidir si es o no la mejor, pero sí puedo afirmar, y así os lo manifesté en su momento, que es una de las mejores novelas de autor vivo que he leído en mucho tiempo. En la orilla me descubrió a Chirbes, y tras ella fueron cayendo el resto de sus novelas. Una obra monumental, desde mi punto de vista merecedora de los máximos galardones de la literatura en castellano. Veremos el Premio Nacional de Narrativa, incluso el Cervantes, por quién se decantarán en el 2014.
La coincidencia entre ambos periódicos no acaba aquí: Intemperie, de Jesús Carrasco; Las reputaciones, de Juan Gabriel Vásquez; Técnicas de iluminación, de Eloy Tizón; El héroe discreto, de Vargas Llosa; Daniela Astor y la caja negra, de Marta Sanz. Me empiezo a remover, inquieta, en mi asiento. No he leído ninguno. ¿Puedo estar perdiéndome alguna joya? Los críticos de El País colocan en segundo lugar, tras la novela de Chirbes, Limónov, de Emmanuel Carrère. Tampoco la he leído. Ni Canadá, de Richard Ford ( al menos esta la tengo, esperándome apilada entre otros, sobre la mesa); ni 14, de Jean Echenoz. ¿A qué me he dedicado yo este año?
Y llego a  Inventarios, el artículo semanal de la tercera de Babelia firmada por Muñoz Molina. Y leo: "Pero también sospecha que, igual que hay demasiado de todo en cualquier ámbito del comercio y del consumo, también lo hay en estos mundos en apariencia más espirituales de las artes y los libros, y que la multiplicación abrumadora de la novedad puede llevar más al aturdimiento y a la ansiedad que al disfrute provechoso". Y más adelante se pregunta "cómo se aprende a marcar limitaciones juiciosas, a contener apetencias irresistibles que tienen en el fondo un arraigo infantil". No tengo idea, solo sé que voy acumulando libros que no tengo tiempo de leer, porque la vida de afuera también tiene sus exigencias. En fin, siempre estoy en las mismas.

sábado, 28 de diciembre de 2013

"Caerán precipitaciones en forma de nieve", por Alex Grijelmo

Este invierno tendremos “condiciones climatológicas adversas”, se lo digo con toda seguridad. Y además se lo anuncio con toda solemnidad. Si no hubiera querido deslumbrarle a usted solemnemente, habría escrito que este invierno tendremos mal tiempo, y ya está.
 Ese mal tiempo, de todas formas, hará que suba “la siniestralidad en las vías interurbanas”, lo cual también le expreso a usted con la ampulosidad precisa para que le dé la importancia debida al hecho de que habrá más accidentes en las carreteras.
 Y los habrá, sin duda; por mucho que para evitarlo se produzca un despliegue de las “fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado”, mayormente de la Guardia Civil.
 Lógico, porque las condiciones climatológicas adversas y el consiguiente despliegue de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado para evitar la siniestralidad en las vías interurbanas se van a dar porque “caerán precipitaciones en forma de nieve”. También pueden sobrevenir “precipitaciones en forma de granizo”, incluso “precipitaciones en forma de agua”.
 Y no se quede usted ahí: las peores precipitaciones son las de viento: se precipitan los árboles, se precipitan las cornisas, se precipitan los carteles de las peluquerías… Sí, a veces ocurren tales desgracias por la negligencia de los responsables de conjurar esos riesgos, personas que descuidan sus obligaciones y que en algunos casos se merecen acabar encerradas en una institución penitenciaria, lo que antes de inventarse el idioma administrativo se llamaba prisión.
 Los accidentes de tráfico debidos a que nevará, granizará o lloverá (o sea, precipitaciones en forma de tal y tal) se concentrarán en algunos “puntos kilométricos”: “Atención, se ha producido un desprendimiento de tierras (o sea, otra precipitación) en el punto kilométrico 21”; es decir, lo que veníamos llamado “el kilómetro 21”.
 Y eso nos lleva a la perplejidad de conocer que hay puntos kilométricos, cuando siempre los imaginábamos redonditos y pequeños; vamos, de milímetros. Los puntos siempre fueron milimétricos.
 Alguna extraña razón activa en ciertas personas la costumbre de alargar los términos de cualquier idea. Quizás el subconsciente les dice que así consiguen alargar la idea misma. Y entonces incurren en pleonasmos como el de esas fuerzas y esos cuerpos (se nos haría raro pensar en cuerpos de seguridad sin fuerza, o en fuerzas de seguridad sin cuerpos); o el de las precipitaciones que caen (o caídas que se precipitan); casi siempre hacia abajo, por cierto.
 Hoy se celebra la Lotería de Navidad. Así que a algunos se les precipitará el Gordo. Les caerán precipitaciones en forma de premios. Y lo organiza todo la Sociedad de Loterías y Apuestas del Estado, que no debemos entender como la sociedad mediante la cual el Estado lanza sus envites (las apuestas del Estado), sino como la “sociedad estatal de loterías y apuestas”, pues se supone que quienes juegan son los ciudadanos. (Bueno, y también el Estado, ciertamente, porque a veces le tocan los números que nadie compró).
 En fin, ante tanta precipitación en el lenguaje oficial, constituye nuestro deber avisar a los lectores: habrá euforia de los agraciados, que se amontonarán si el premio, como acostumbra, está muy repartido. Eso puede generar “la invasión de las vías urbanas”; y “los efectivos de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado” no podrán desplegarse “por toda la geografía nacional”. Por tanto, se informará con puntualidad acerca de eventuales “alertas de nivel amarillo (circulación intermitente)” para evitar “la siniestralidad invernal”.
Ahora bien (y aquí viene el principal aviso): se oirá decir en los medios de comunicación que algunos afortunados, deseosos de celebrar su suerte, han tirado la casa por la ventana. Eso, que conste, forma parte del lenguaje popular (tan distinto del lenguaje verdadero) y, por tanto, no debe tomarse al pie de la letra, pues en ningún caso significará que se estén produciendo precipitaciones en forma de muebles.

Alex Grijelmo, diario El País, 22 de diciembre de 2013

viernes, 27 de diciembre de 2013

Paco de Lucía, "Zyryab"



El maestro Paco de Lucía y Zyryab, una joya que rescata para Mi casa la generosidad de Tempero.

"Un niño", de Thomas Bernhard

"A  mi abuelo le gustaba lo excepcional y lo extraordinario, la oposición, lo revolucionario, revivía en la contradicción, existía  totalmente a partir del antagonismo; mi madre, para poder afirmarse, buscaba apoyo en la normalidad. Lo que se llama una familia feliz, o sea, armoniosa, fue lo que deseó durante toda su vida.. Sufría por las escapadas cerebrales e intelectuales de su padre, ante las que corría peligro permanente de zozobrar. Veneró a su padre profundamente mientras vivió, pero con igual gusto se hubiera sustraído a las intenciones mentales de su progenitor, para ella tan caóticas y devastadoras, tan consecuentemente destructivas. Naturalmente no lo consiguió. Tuvo que adaptarse. Eso la deprimió durante toda su vida. Hacía tiempo que había renunciado a toda resistencia contra el cerebro de su padre, que fatigaba a su entorno y exigía de él más que el promedio. Veneraba a un déspota, que era su querido padre y que, como es natural sin tener conciencia de ello, tendía a su destr4ucción. En las proximidades de él, solo era posible evadirse y salvarse si se sometía uno sin condiciones, porque lo quería a él. Veneración y amor, y al mismo tiempo el deseo de evadirse, no bastaban, en lo que a ella se refería. Por lo que se llama normalidad, que mi madre anhelaba, aunque lógicamente tenía conciencia de la reducción que esa normalidad significaba con respecto a nuestra forma de vida, mi abuelo, que ya en su más temprana juventud había huido de eso que se llama normalidad, no tenía más que burla y escarnio y el más profundo desprecio."

Subyugante prosa la de Bernhard. Este primer tomo de su autobiografía, que arranca con su escapada a Salzburgo en una bicicleta robada, a los diez años de edad (un relato de una belleza extraordinaria) me ha fascinado, aunque bien es cierto que todas las novelas suyas que han pasado por mis manos me han impresionado de igual manera. Es muy grande, Bernhard. Os lo recomiendo.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Barbara, "Dis, quand reviendras-tu? "

"Un buen día", por Manuel Vicent

Que tenga un buen día. Con este deseo y una sonrisa el tendero suele despedir al cliente que ha pasado por caja. Se trata de una fórmula que va más allá de la mera cortesía, porque hoy, tal como viene el baile, un día, un solo día es el horizonte de todos los sueños que acompañan al ciudadano desesperado en su viaje al final de la noche. Que tenga un buen día. Con esta frase rutinaria la cajera del supermercado, junto con el ticket de la compra, te ofrece todas las variables posibles de éxito o fracaso que caben en 24 horas. Si realmente ese es para ti un buen día, de momento no te van a echar del trabajo; ningún político del Gobierno, aprendiz de gángster, te amenazará con mandarte al inspector de Hacienda; no serás tú, sino otros, los que pedirán limosna de rodillas en la puerta de una iglesia, los que escarbarán en la basura de los contenedores, los que deberán pasar un riguroso examen ante un soplagaitas del Ayuntamiento para poder tocar el acordeón en una esquina disfrazado de mendigo y ningún gorila macarra, dotado con antorchas de policía nacional, te cacheará en plena calle simplemente porque no le gusta tu cara. Que tenga un buen día. Si ese deseo se cumple, al despertarte no te dolerá nada; ante el espejo del cuarto de baño no tendrás que avergonzarte de algo que solo tú sabes; para ti el mostrador del bar de la esquina será un altar y allí celebrarás el sacramento del desayuno con el café y unas tostadas mientras lees en el periódico el triunfo de tu equipo. Que tenga un buen día, te dirá el camarero. Al llegar a la oficina sin saber por qué, te recibirá el director con una palmada amigable en la espalda y en el trabajo serás uno de esos tipos que no le da importancia a cumplir con su deber. Luego verás la calle repleta de ciudadanos amaestrados, derrotados, caminando bajo el crepúsculo de oro con una recóndita ira que no acaba de estallar. Al volver a casa, el mendigo, que toca el acordeón en la esquina, detendrá el vals: que tenga un buen día, te dirá, aunque sea ya noche cerrada y serás tu el primero en sorprenderte de este milagro: la gente humillada no se ha rebelado, no ha sido asaltado el palacio del Congreso todavía, los políticos corruptos no han sido sacados a patadas y la ciudad no ha ardido aún por los cuatro costados.

Manuel Vicent, diario El País, 22 de diciembre de 2013

miércoles, 25 de diciembre de 2013

"Después de todo", de Miquel Marti i Pol

Después de Todo

Después de todo aún queda espacio
para repensar la vida y convertirla
en un ámbito mucho más silencioso,
al amparo de los inhóspitos desbarajustes
y las inevitables adversidades.
Porque el secreto es que no hay secreto
y los ritmos y las pausas son la cara
quizá oculta del tiempo no vivido
mientras hacíamos proyectos y nos jugábamos
el pasado y el futuro en inefables
minucias con ademán circunspecto.
Y ahora ¿qué nos queda además del recelo
y las carencias? ¿Qué compartiremos
con la gente que amamos y nos ama?
¿La oscura complacencia de los secretos
o la riqueza absurda del misterio?
Nada de eso y todo ello, porque el sutil
espejo discreto que nos enciende la mirada
es la nada que siempre descubrimos
sin querer, tercos y audaces,

después de todo, después de cada cosa.

Gracias a un visitante de Mi casa, Tempero, por descubrirme este poema.

martes, 24 de diciembre de 2013

Concierto barroco de la mano de Sol Gabetta y su Capella

La chelista francoargentina de origen ruso Sol Gabetta es el alma de la Capella Gabetta, un grupo de músicos dirigidos por su hermano, el violinista Andrés Gabetta, especializado en música barroca. Hace unos días ofreció un bonito concierto en el Auditorio, protagonizado por los barrocos italianos, en el que destacó, para mi gusto, su interpretación como propina de El Invierno, de Vivaldi. En el programa, una pieza preciosa recientemente recuperada por Sol Gabetta, el Concerto para violonchelo y orquesta en sol mayor de Fortunato Chellerie; el Concerto para dos mandolinas de Vivaldi, transcrito para violonchelo y violín (Vivaldi había elegido que lo protagonizaran dos mandolinas solistas porque debía contar en el Ospedale della Pietà con dos intérpretes ad hoc); y un conjunto de conciertos firmados por Corelli, Geminiani y Platti. Y una pieza maestra, el Concierto de Brandemburgo núm. 3 de Bach. Palabras mayores. No me gustó como lo interpretaron: a mi juicio les faltó hondura y les sobró prisa. Parecían cabalgar sobre las notas, algo bastante común entre intérpretes y directores jóvenes. Pero en conjunto fue un concierto agradable.

Os dejo con el Concierto de Brandemburgo núm. 3, interpretado por la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Zukerman.

lunes, 23 de diciembre de 2013

"Blue Jasmine", de Woody Allen

Desde Match Point no recuerdo un solo estreno de Woody Allen en el que la crítica y el público "enterado" no afirmara que el director norteamericano ya no es lo que era, que la estrella del genio se apaga irremediablemente, que ha perdido la chispa, que camina irremisiblemente hacia la mediocridad. Y yo sigo disfrutando de todas y cada de una de sus películas año  tras año. Jamás me decepciona, nunca me aburre. Y Blue Jasmine me ha gustado mucho. Una película inteligente que narra con gran eficacia una pequeña historia, a ratos dramática y en momentos hilarante, sobre la caída en desgracia de una mujer egoísta y banal, perteneciente a la alta sociedad neoyorquina, incapaz de adaptarse a su nueva realidad. La mirada de Allen la desnuda sin ambages, pero consigue que sintamos piedad por este ser odioso y vulnerable, siempre al borde de la locura.











Un guión que funciona con la precisión de un reloj suizo, y una extraordinaria actuación de Cate Blanchett, que con toda probabilidad se llevará el Óscar. Un disfrute de película.

Os dejo con el trailer:

domingo, 22 de diciembre de 2013

Forges

Forges, 13 de diciembre de 2013

"Esta imagen de ti", José Ángel Valente

Esta imagen de ti

 Estabas a mi lado
y más próxima a mí que mis sentidos.
Hablabas desde dentro del amor,
armada de su luz.
Nunca palabras
de amor más puras respirara.
Estaba tu cabeza suavemente
inclinada hacia mí.
Tu largo pelo
y tu alegre cintura.
Hablabas desde el centro del amor,
armada de su luz,
en una tarde gris de cualquier día.
Memoria de tu voz y de tu cuerpo
mi juventud y mis palabras sean

y esta imagen de ti me sobreviva.

sábado, 21 de diciembre de 2013

"Neofranquismo", por Javier Marías

Por si no bastara con cuanto comenté hace una semana, y que lleva a gran número de españoles a avergonzarse de su país y a no poder defenderlo, el Gobierno de Rajoy, a través de su Ministro del Interior Fernández, planea una nueva Ley de Seguridad Ciudadana de inspiración innegablemente franquista. Ya se ha hablado mucho de ella: de cómo va a penalizar y limitar las protestas, el derecho de manifestación y cuanto moleste a los gobernantes y a la policía mandada por ellos; de las multas demenciales con que va a castigarse casi cualquier insumisión o desacuerdo, o lo que las propias fuerzas del orden consideren “amenazas, insultos, coacciones, injurias o vejaciones” contra los agentes. Es decir, éstos podrán moler a palos a los manifestantes, arrastrarlos, soltarles barbaridades y detenerlos con o sin motivo, y los manifestantes no podrán responder de ningún modo, ni siquiera verbalmente, bajo riesgo de perder mil euros si, por ejemplo, llaman “bestia” al uniformado galáctico que les propina una paliza. Fernández había decidido inicialmente que eso pudiera costar hasta 600.000 euros (sic), lo cual nos da idea de la “seguridad” que esta Ley brinda: con ella se echa a los ciudadanos a los pies de los caballos y se blinda a los policías y a los políticos que se sirven de ellos. Lo propio de un Estado policial, sin duda.

Con todo, lo más indisimuladamente franquista del proyecto es lo siguiente, según Jesús Duva en este diario: “Las denuncias de los policías tienen presunción de veracidad y, por tanto, es el denunciado quien debería demostrar que lo dicho por los agentes es inveraz”. Era así exactamente como funcionaba la represión durante la dictadura, o en todas las dictaduras, mejor dicho. De todo el mundo es sabido que la mayor perversión de la justicia, lo que la hace impracticable, es dar crédito al denunciante y eximirlo de aportar pruebas, y cargar al acusado con la tarea de demostrar su inocencia. Esto último es simplemente un imposible: si yo sostengo que Rajoy y Fernández han asesinado a una mujer el 30 de noviembre, y no me veo obligado a demostrarlo porque tengo “presunción de veracidad”; si Presidente y Ministro carecen de coartada en esa fecha y se los emplaza a probar que no mataron a esa mujer, ya me dirán cómo podrían lograrlo. Demostrar que uno no ha hecho algo, si se parte de la base de que sí (si la mera acusación equivale en principio a condena), es enteramente imposible. Es la justicia al revés y la negación de ésta, lo mismo que regía en tiempos de Franco, cuando un gris podía detener a cualquiera porque no le gustaba su aspecto, y acusarlo impunemente de la felonía que se le antojara. La práctica la consagraba la Ley de Vagos y Maleantes, nombre que no sé por qué no recupera también el proyecto de este Gobierno, en vista del parecido.

Pero ojo, a esto se añade que a partir de la Ley nueva estarán castigadas la grabación y difusión de fotos o imágenes de policías “que supongan mofa para ellos o algún riesgo para la seguridad”. Como serán los propios polis quienes decidan cuándo hay mofa o riesgo, lo que de hecho quedará sancionado será la captación y utilización de cualquier imagen de guardias, de manera que los denunciados tampoco podrán probar su inocencia mediante documentos visuales. Veamos un caso reciente, el de los ocho mossos d’esquadra que apalearon en masa al empresario Benítez y le causaron la muerte –todo supuestamente–. Pese a que una mossa se presentó más tarde en casa de una vecina y la obligó a borrar lo que había filmado con su cámara, salieron a la luz otras grabaciones en las que se ve cómo ocho valientes le dan una tunda al empresario (según ellos, “lo reducen”). Este presunto homicidio ha sido calificado por el jefe de ese cuerpo, Prat, de “actuación más o menos correcta”, y el conseller de Interior, Espadaler, lo ha respaldado. (El Gobierno de la Generalitat, de CiU con el apoyo de Esquerra escondiendo siempre la mano, es idéntico al de Rajoy, lo cual hace cada vez más ridículo que el primero se quiera independizar del segundo; se entendería algo si fueran opuestos, pero es que resultan gemelos en su totalitarismo neofranquista.) Imaginen por tanto en qué habría quedado el episodio si no hubieran existido imágenes. Los bravísimos mossos habrían gozado de la “presunción de veracidad”, podrían haber inventado una patraña a su gusto (que el empresario empuñó una metralleta, que era Hulk y se puso verde y atacó él solo a los ocho poniéndolos en grave peligro) y haberse ido de rositas a casa. Está por ver que no lo consigan, pese a todo. Ya se encargaron, en el momento, de borrar el rastro de sangre que habían dejado, “por higiene”, y de destruir las grabaciones de su “actuación correcta” que localizaron.

La nueva Ley de Seguridad Ciudadana, así pues, invalidará toda imagen de agentes del orden delinquiendo o abusando o sobrepasándose. Fotografiarlos o filmarlos en la comisión de un exceso o un crimen será una infracción castigada por dicha Ley. Ésta los declara por definición honrados, veraces, impolutos e infalibles. Ante semejantes ángeles por decreto, está claro quiénes serán los culpables y los mentirosos en cualquier conflicto con ellos: los desprotegidos ciudadanos. Esta Ley supone la definitiva vuelta del franquismo descarado, por si no teníamos ya bastantes indicios.

Javier Marías, El País Semanal, 15 de diciembre de 2013

viernes, 20 de diciembre de 2013

"Japonismo. La fascinación por el arte japonés" en Caixaforum

Durante la década de 1860, a partir de la apertura de los puertos japoneses a occidente, en el período Meíji, Occidente tuvo la oportunidad de conocer la cultura y el arte de aquella isla y se rindió a su exotismo y exquisitez. Del mismo modo que el orientalismo había dejado su impronta en el período romántico, desde Delacroix a Flaubert, el japonismo marcó su huella en el Modernismo, el Art Nouveau y el Esteticismo británico, el Impresionismo y el Simbolismo. Caixaforum ha organizado una interesante exposición que nos trae algunos ejemplos de aquella influencia, y nos permite disfrutar de un conjunto de piezas muy hermosas del arte nipón.











Los historiadores del arte coinciden en señalar la enorme influencia que desempeñó en el desarrollo del arte moderno occidental. Aunque fue París el epicentro de esa influencia, la celebración en Barcelona de la Exposición Universal de 1888 propició que se estrecharan lazos comerciales e intercambios culturales entre Japón y España. Algunos coleccionistas particulares (Joaquín Sorolla entre ellos) conservaron valiosas piezas que hoy podemos disfrutar en la exposición, como la fotografía con la que abro el comentario, Mujer entre la lluvia, realizada en 1870 y perteneciente a Hermenegildo Miralles.













A la izquierda podéis ver el Biombo de los portugueses, del siglo XVII, y a la derecha otra pieza bellísima que pertenece a la colección particular de otro catalán, Albert Sisquella, Lluvia repentina en el gran puente de Atake, de la serie Cien vistas hermosas de Edo, fechadas en 1857.















Una de las obras que más me impresionaron fue la acuarela sobre papel que os muestro a la izquierda, Retrato del príncipe Tokuga Wa Aritake, firmado por James Tissot en 1868, una pintura de una delicadeza extraordinaria. A la derecha, una muestra de la influencia del arte japonés entre nosotros es este Retrato de Enric Cristofol Ricart, pintado por Joan Miró en 1917. La exposición abunda en plasmar esta influencia en artistas tan diferentes como Picasso, Dalí, Anglada Camarasa, Mariano Fortuny (a quien pertenece el óleo que os muestro abajo a la derecha, y verdadero introductor del japonesismo entre los pintores españoles), Alexandra de Riquer o Joaquín Mir. La presencia de la naturaleza, las perspectivas diagonales, la combinación de primeros planos con planos de fondo, la inclusión de textos, los formatos alargados, son algunas de sus influencias más notables.








Una interesante muestra que os aconsejo no dejéis pasar.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Modelando un Minotauro

Si vivís en Madrid, tenéis hijos o  nietos pequeños y queréis pasar una tarde estupenda os aconsejo acercaros al Centro Cultural Fernán Gómez a ver a los guerreros de Xi 'An. El sábado pasado fui con mi nieto y no sé si me hicieron disfrutar más las imponentes figuras de terracota o las caras de asombro y fascinación de las decenas de niños que abarrotaban las salas, incluida la del mío.














Uno de los aciertos del montaje es ofrecer a los niños talleres de modelado, arqueología y dibujo, de manera que dejé a mi nieto amasando arcilla y, volviendo sobre mis pasos, aproveché para fotografiar algunas piezas, sin tenerle a él dando brincos a mi alrededor, llamando mi atención sobre esto y aquello. Cuando volví en su busca le encontré enfrascado en la elaboración de un torso del Minotauro, el que veis en las fotos, y que ahora se seca junto a un radiador de mi casa. No sé qué pensaréis vosotros, pero yo creo que este nieto mío es un fenómeno.



miércoles, 18 de diciembre de 2013

Feliz Navidad

Desde este rincón de mi casa he ido construyendo Mi casa, la que comparto con vosotros, desde hace casi cuatro años. Más de dos mil entradas. No puedo creerlo, que arrogancia la mía pretender tener algo que decir. Y qué generosidad la vuestra al seguir conmigo.

Este ha sido un año nefasto para mí, un año en el que me he enfrentado al dolor y la muerte de personas a las que quiero profundamente; pero también un año para la celebración de la vida. Este fin de semana pasado, mi nieto adornó el árbol, como todas las Navidades; dentro de unos días vendrán los Reyes, y su felicidad será la mía. Desde este rincón os deseo todo lo mejor. De todo corazón.

"Las simples cosas", Martirio



Esta maravillosa y tristísima canción pertenece al último álbum de Martirio, De un mundo raro. Junto a su hijo Raúl Rodriguez acompañándola a la guitarra, Martirio dedica diez canciones a Chavela Vargas, diez joyas cantadas con la sensibilidad y el gusto exquisito de esta cantante. Os lo aconsejo.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Pilitas benditeras

Uno de estos días os hablaba de la colección de cerámica popular que se muestra en la Casa Museo Sorolla de Madrid. Hoy quiero mostraros una de sus manifestaciones para mí más encantadoras, las llamadas "pilitas benditeras", características de Valencia y muy populares durante el siglo XIX. Representan pequeños altares de carácter religioso profusamente adornados, modelados a mano.



























Deben su nombre a una pequeña pila situada en su parte inferior, donde se vertía el agua bendita, y solían colocarse a la cabecera de las camas o a la entrada de las casas. El alfarero modelaba los santos a los que el cliente tenía más devoción, y luego se pintaban a mano. Resultan fascinantes sus rostros, siempre ingenuos, en ocasiones con facciones tan embrutecidas que resultan enternecedores.















Me parecieron especialmente curiosos estos dos que os muestro en último lugar, singularmente con el que cierro, de carácter claramente decorativo. Las dos figuras japonesas me han recordado una interesante exposición que vi hace unos días en CaixaForum, Japonismo. La fascinación por el arte japonés, de la que os hablaré uno de estos días.


domingo, 15 de diciembre de 2013

"Batalla de catecismos", por Fernando Savater

Una periodista italiana, a la que quizá por exceso de suspicacia imagino mas avispada que piadosa, ha escrito una guía matrimonial que es a las relaciones de pareja lo que el Ecce Homo restaurado de Borja al arte contemporáneo. El libro en cuestión, Cásate y sé sumisa (título admirable, para qué negarlo, no inferior a Un tranvía llamado deseo o Agárrame ese fantasma) ha sido traducido y editado por la editorial Quotidiana, que depende del Arzobispado de Granada. Por lo visto abunda en sentencias memorables (v.gr. “En caso de duda, obedece. Sométete con confianza”), que me hacen lamentar no poder leerlo por entero, ya que estoy actualmente ocupado acabando las obras que me faltan de Dostoievski. En cualquier caso, el orientador prontuario parece en vías de convertirse en un best-seller, disputando a otro libro no menos ni peor inspirado de Belén Esteban el liderazgo de las ventas por Amazon, etc…

No me atrevería a discutir su contenido, porque reconozco que en cuestiones matrimoniales mis criterios son poco de fiar. Pero sí que me resultan en cambio alarmantes ciertas reacciones inquisitoriales que ha despertado, incluyendo denuncias ante la fiscalía, tremolinas municipales y parlamentarias e incluso una declaración contrita de la ministra de Sanidad e Igualdad, señora Ana Mato. Según dicen los afortunados que ya lo han leído, Cásate y sé sumisa no exhorta al maltrato de la mujer ni a ningún otro comportamiento delictivo. Entonces… ¿cómo se le puede ocurrir a nadie que deba ser prohibido o castigado? Como bien dijo recientemente un ministro alemán, “la estupidez no puede prohibirse”. Ni la de derechas ni la de izquierdas, de la cual tenemos por cierto constantes pruebas impresas. Las ideas se combaten con otras ideas mejor argumentadas, los libros con otros libros más convincentemente razonados: sólo los catecismos de uno u otro signo pueden querer imponerse quemando las obras heréticas que no nos gustan. No quiero ni imaginarme la que se habría montado si alguien pidiese poner fuera de la circulación alguna de las apologías del separatismo catalán o vasco que se editan un mes sí y otro no: ¡vuelve el franquismo, represión totalitaria, etc…! Pero lo malo es la coacción contra las ideas, cuando no preconizan el delito, no el acierto o desacierto del planteamiento de éstas… que siempre lo será según nuestro criterio, claro.

Las leyendas en torno al gusto por la sumisión de la mujer —hace poco las comentaba en este mismo diario mi amigo José Lázaro— han dado lugar a horteradas literarias como 50 sombras de Grey y a novelas sutiles como El cielo protector de Paul Bowles. El libro editado por el Arzobispado de Granada enriquece poco nuestro conocimiento al respecto. Pero plantea en cambio otra vez la cuestión de por qué los arzobispados, y la Iglesia Católica en general, que son entidades privadas todo lo respetables que se quieran, deben ser financiadas con dinero público, exoneradas de pagar el IBI por sus posesiones terrenales y sobre todo tener el poder de elegir o descartar a los profesores de la inverosímil asignatura de religión en el bachillerato, puntuable como si su contenido fuese científico, ejém. No sé si el matrimonio católico exige de veras la paulina sumisión de la esposa al marido, no conozco casos recientes, pero lo que está claro es que el Concordato con el Vaticano impone sumisiones cívicamente escandalosas al Estado español, que debería ser laico, o sea no casarse religiosamente con nadie.


Lo demás puede llegar a arreglarse si hay buena voluntad. Yo aconsejaría al Arzobispado de Granada que publicase otro libro, compensatorio de Cásate y sé sumisa, dedicado esta vez a los varones: podría titularse, por decir algo, Cápate y ve a misa. Seguramente tampoco influiría demasiado en las costumbres, como va a pasar con el otro, pero quizá tranquilizase un poco a la ministra de Igualdad.

sábado, 14 de diciembre de 2013

José Ängel Valente, un poema

Se fue en el viento,
volvió en el aire.

Le abrí en mi casa
la puerta grande.

Se fue en el viento.
Quedé anhelante.

Se fue en el viento,
volvió en el aire.

Me llevó adonde
no había nadie.

Se fue en el viento,
quedó en mi sangre.


Volvió en el aire.

El Roto

Beneficencia


El Roto, diario El País, 8 de diciembre de 2013.

viernes, 13 de diciembre de 2013

"La gran belleza", de Paolo Sorrentino

Hace unos días, la Academia Europea de Cine ha otorgado sus más importantes galardones a La gran belleza: mejor película, montaje, director (Paolo Sorrentino) y actor (Toni Servillo).Y no me extraña nada. La gran belleza, además de ser una belleza cinematográficamente (espléndida fotografía, bellísimas imágenes de Roma, una atmósfera mágica que te hipnotiza desde el primer pano hasta el último) es una película admirable por múltiples razones. Plantea el vacío existencial, la desesperación y la soledad de una sociedad que ha convertido la diversión, la frivolidad, la "mundanidad" (como lo califica el protagonista) en su razón de ser. Pero la descarnada lucidez con que nos muestra ese  mundo se complementa con una mirada compasiva, incluso tierna, hacia sus miembros.











En una frase memorable, que reproduce el trailer que os ofrezco más abajo, el personaje de Toni Servillo lanza una frase que, a mi juicio, resulta el perfecto compendio de la película: detrás de tanta frivolidad, del lujo y los placeres, solo hay personas solas, seres infelices, vidas devastadas. Tonio Servillo interpreta a un inolvidable Jep Gambardella, un periodista cínico y snob, que vive para y por la "mundanidad", absolutamente conmovedor.











Os recomiendo no perderos esta película, con cuyo trailer os dejo: