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domingo, 12 de septiembre de 2010

El Cid se lanza contra los sarracenos. Lluis Bassets


La exclusión del extranjero, estigmatizado por sus hábitos o por sus creencias, cuando no directamente por su raza, sigue subiendo en las cotizaciones de las bolsas del populismo de ambos mundos en correlación casi perfecta con las tormentas y caídas de las otras bolsas. Para muchos es cumplimiento fatal de la ley histórica que impulsa a populistas y demagogos en los momentos más duros de la crisis, cuando se pierden puestos de trabajo a espuertas, desaparecen las redes y salvaguardas sociales, avanza la pobreza y aumenta la delincuencia. Para que los chivos expiatorios funcionen a modo, primero designados y luego perseguidos, a veces incluso por los propios gobiernos, hacen falta dirigentes sin escrúpulos dispuestos a lanzarlos a la plaza pública y luego destrozarlos con la ley en la mano. Estos irresponsables políticos suelen tomar tales decisiones sin parpadear, con la sencillez de quien sabe hacer política en el día a día: encuestas en mano, atentos a las pulsiones más elementales y a veces brutales del electorado. Siempre encontrarán después explicaciones y argumentos para sostener lo insostenible y adornar de moralidad a la inmoralidad.

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