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viernes, 4 de marzo de 2011

El corazón de las tinieblas, una vez más


" (...) Y de derecha a izquierda, a lo largo de la orilla iluminada, se movía la salvaje y espléndida aparición de una mujer.

Caminaba con pasos mesurados, envuelta en telas a rayas con flecos, pisando la tierra con orgullo, con un ligero tintineo y relampagueo de bárbaros ornamentos. Mantenía la cabeza erguida; su pelo estaba peinado en forma de yelmo, llevaba polainas de latón hasta la rodilla, guanteles de alambre de latón hasta el codo y un lunar carmesí en su morena mejilla; innumerables collares de abalorios en el cuello; los extraños objetos, amuletos y regalos de hechiceros que colgaban sobre ella refulgían y temblaban a cada paso. Debía llevar encima el valor de varios colmillos de elefantes. Era salvaje y soberbia, magnífica y de mirada feroz; había algo ominoso y majestuoso en su lento caminar. Y el silencio que había caído subitamente sobre toda aquella tierra afligida, la inmensa selva, el cuerpo colosal de la vida fecunda y misteriosa, parecía mirarla, pensativo, como si estuviera mirando la imagen de su propia alma tenebrosa y apasionada. (...)"

Maravillosa novela, literatura deslumbrante. El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

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