Frente al Palacio Real han colocado un tiovivo. Paseo por la Plaza de Oriente y la calle Bailén, mientras espero que comience la ópera. Hace frío, pero la plaza está llena de turistas fotografiándose frente al palacio, vendedores ambulantes, algún madrileño presuroso y padres con niños, que miran ansiosos los caballitos de madera. Así llamaba yo a los tiovivos cuando era niña: caballitos.
Me recuerdo jinete de uno muy parecido, bien agarrada a la barra dorada, buscando la mirada de mi madre en cada vuelta. Hace una eternidad.
Preciosas fotos, Sol. Los tiovivos son como maquinas del tiempo que siempre nos llevan al pasado. Un besote, guapa.
ResponderEliminar