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lunes, 23 de febrero de 2015

Desde Santoña

Me llama mi hija desde Santoña y me cuenta que está sola, frente al mar, una tarde fría y mágica (temporal en el norte, el viaje ha sido una temeridad), se siente en paz, casi feliz, y quiere compartirlo conmigo. Me envía esta imagen.














Luego me llegarán estas otras. El sulero, de José Cobo, homenaje a los hombres de la mar. Al acercarse descubre en el pescador el rostro de su abuelo, de mi padre, y me lo dice emocionada. Sí se parece.
Por muy lejos que esté, nunca se despega de mi piel, esta hija mía, queridísima.


2 comentarios:

  1. Me parece que ese mar de María es el de Noja, o Isla..., bien cerca del promontorio de Santoña y de su penal con plátanos de sombra.
    Recuerdo una vez que en pocos minutos el inmenso arenal de Isla -plano como una mano- desapareció bajo un mar a trote de caballo. Es una bella comarca aquella, de las pocas que la codicia preservó en la espoliada Cantabria.
    El pescador lanza el arte al agua en calma y los reflejos de unas nubes grises pintan columnas en la mar rizada.

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