!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

lunes, 5 de diciembre de 2011

"Tiempo de vida", de Marcos Giralt Torrente


Leo Tiempo de vida, Premio Nacional de Narrativa de este año, de una sentada, conteniendo la respiración, hipnotizada con la prosa de este escritor, hasta ahora desconocido para mi, profundamente conmovida. Literalmente conmovida. En algunos pasajes siento un nudo en la garganta y debo enjugarme las lágrimas. Sé que una novela es un artificio, sé que el escritor ha debido construirla desde la distancia con la frialdad de quien organiza un puzzle, pero leyéndola no percibo nada de eso. Habla de su relación con su padre, el pintor Juan Giralt, de su muerte, y rezuma tal sinceridad, te parece palpar de tal manera el corazón del escritor que desaparece el andamiaje y la distancia. Define un espacio de intimidad en la que estás sola con él, escuchándole, compartiendo sus vivencias. No es un ajuste de cuentas, tampoco un canto de amor filial. No es sentimental, ni tramposa. Escribe como si disparara palabras. Solo ahora, cuando ya he cerrado el libro y me he librado de su hechizo puedo atisbar la inteligencia con la que está concebido.

Dice:

"Nos atascamos de muchas formas. Nos atascamos donde todo el mundo se atasca. Nos atascamos por pensar que la vida era infinita. En ese error de cálculo se originan los mayores tropiezos. Nos atascamos porque ni él tenía aguante para atarse a mí ni yo tenía coraje para soltarme. Nos atascamos porque él se educó callando, no poniendo nombre a las cosas, y yo me eduqué en el mundo de mi madre, que era un mundo de palabras. Nos atascamos porque no éramos iguales ni demasiado diferentes. Nos atascamos porque él había reducido el perímetro de su defensa a un palmo y yo aún creía en librar batallas en campo abierto. Nos atascamos porque su depurado solipsismo lo llevaba a conformarse con lo no expresado y yo exigía hechos. Nos atascamos porque ambos creíamos merecer más de lo que teníamos. Nos atascamos porque él no supo crecer y yo tampoco. Nos atascamos porque compartíamos a mi madre, un recuerdo que tal vez él habría querido remoto de no haber estado yo, pero que para mí era una realidad cotidiana que me obligaba a defender y reivindicaba más allá de lo necesario. Nos atascamos porque, a consecuencia de eso, teníamos puntos de vista diferentes a cuenta del pasado. Nos atascamos porque le hice acreedor de una deuda que quise cobrarme cuando ya había expirado. Nos atascamos porque las grandes enseñanzas de la vida a menudo llegan demasiado tarde.

Una cantidad de vida. De vida atascada.

¿Qué aprendimos en el último trecho?

Que perdimos el tiempo. Y que las cosas tienen siempre un final y que, cuando ese final llega, es mejor que nos deje en paz.

Lo que sabe todo el mundo todo el tiempo."

Así finaliza la novela:

"Pienso, entonces, en mi hijo aún no nacido, que llevará su nombre, y me pregunto en qué lo condicionaré, en qué le fallaré, qué deberé yo perdonarle y qué deberá él perdonarme, si no lo hace antes, cuando como mi padre me diluya en la nada.

Qué recordará de mí con nostalgia.

Me gustaría conservar algo de lo mejor de mi padre para que le llegue a través de mí."

Cuenta Giralt Torrente que, estando ya su padre muy enfermo, se animaba cuando escuchaba, entre otros discos, el álbum Orphans, de Tom Waits. Como es un disco que me encanta en su honor os ofrezco uno de sus mejores temas, Botton of the World.

1 comentario:

  1. ¡Qué maravilla! ¡Me muero de ganas de leerlo! Gracias mamá, por tus fantásticas recomendaciones. Este blog es un regalo.

    ResponderEliminar