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domingo, 10 de junio de 2012

Una visita a la estación de Chamberí


La estación de Chamberí ha sido hasta ahora para mí un fogonazo colorista entrevisto un instante mientras el metro recorre desbocado la distancia que media entre la estación de Iglesia y la de Bilbao. Un lugar abandonado, un decorado inquietante solo intuido. Hace años que soy vecina de este barrio, uno de los más populares y castizos de Madrid, y hasta hace pocos días no había caído en la cuenta de que esta antigua estación había sido rehabilitada y podía visitarse.












Siempre me ha gustado la arqueología industrial; el tiempo cubre con una patina poética la herrumbre, y estos lugares abandonados  ejercen sobre mí un enorme poder de fascinación. Las cabinas, las galerías y los techos abovedados cubiertos de azulejos blancos, tan característicos. Pese a que no creo haberla visto nunca en funcionamiento, sí recuerdo en mi niñez alguna otra de aspecto muy similar.












En 1917, cuando se constituye la compañía Metropolitana Alfonso XIII, llamada así en agradecimiento al monarca quien aportó a la empresa un millón de pesetas a título personal, ya funcionaba el metro en otras ciudades europeas como París, Berlín, Londres o Budapest. La idea inicial fue que contara con cuatro líneas que dieran servicio al centro urbano, con una longitud de 14 km y una profundidad media de diez metros. El 17 de octubre de 1919 el rey inauguraba la primera línea, que cubría una distancia de tres kilómetros y medio entre Cuatro Caminos y la Puerta del Sol, con seis estaciones intermedias: Ríos Rosas, Martínez Campos (Glorieta de Iglesia), Chamberí, Glorieta de Bilbao, Hospicio (Tribunal) y Red de San Luis (Gran Vía).












La estación de Chamberí fue diseñada por Antonio Palacios, inspirándose en las estaciones parisinas de la época. Era entonces una estación colorista y alegre, construida con materiales brillantes, a la que los espacios publicitarios embellecían con sus atrevidos diseños. Cuando en los años sesenta fue necesario ampliar las instalaciones se impuso su cierre, que tuvo lugar en 1966.

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