Para recobrar la sonrisa nada como Chagall, con su luminoso mundo onírico, sus criaturas mágicas flotando en un universo de dulzuras. Maternidad con cabra dorada, pintada entre 1954 y 1963, es un precioso lienzo que te atrapa inmediatamente y del que te cuesta separarte. A la derecha, Después del baño, de Degas.
La primera vez que visité el Metropolitan de Nueva York, hace más de veinte años, descubrí un cuadro que no he podido olvidar. Se trata del retrato de una mujer desnuda, muy probablemente de la misma época del que os muestro arriba, firmado por Picasso. Blanco sobre blanco, la silueta de la mujer emergía del fondo muy tenue a base de pinceladas de blancor, suavemente, contrastando con la consistencia de su corporeidad. Desnudo sentado, el óleo y carboncillo que os muestro, me lo recordó. A su lado otro precioso óleo, pintado y expuesto también en su revés, El Violonchelista, de Modigliani.
Y cierro como comencé, con Bacon, esta vez con Tres estudios para un retrato de Peter Beard, de 1975. Extraordinario, perturbador.
Qué suerte tenéis los que vivís en el Foro... esa expo es un lujo que a mi me va a costar un billete de Alvia (si en la nieve (no) resbala) y una empanada de bonito para entretener el camino. Sinatra pedía una copa en "One for my baby": "Sírveme una por mi chica y otra más para el camino". Pero yo bebo poco y prefiero la empanada (gallega, a poder ser, que la de hojaldre me gusta poco).
ResponderEliminarVen ven, te encantará. Besos
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