Luego me llegarán estas otras. El sulero, de José Cobo, homenaje a los hombres de la mar. Al acercarse descubre en el pescador el rostro de su abuelo, de mi padre, y me lo dice emocionada. Sí se parece.
Por muy lejos que esté, nunca se despega de mi piel, esta hija mía, queridísima.
Me parece que ese mar de María es el de Noja, o Isla..., bien cerca del promontorio de Santoña y de su penal con plátanos de sombra.
ResponderEliminarRecuerdo una vez que en pocos minutos el inmenso arenal de Isla -plano como una mano- desapareció bajo un mar a trote de caballo. Es una bella comarca aquella, de las pocas que la codicia preservó en la espoliada Cantabria.
El pescador lanza el arte al agua en calma y los reflejos de unas nubes grises pintan columnas en la mar rizada.
Creo que es Isla. Muchos besos, Fred
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