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domingo, 18 de julio de 2010

Miguel Gallardo con María; Joan Margarit con Joana






















Félix Fernández de Castro es un realizador publicitario que se enamoró del comic María y yo, del dibujante Miguel Gallardo, y se propuso llevarlo al cine. Así ha nacido una película documental que todavía no he visto, pero que estoy segura me conmoverá. Se trata de la relación entre un padre, Miguel Gallardo, y su hija autista, María, y aunque en el comic aquí se acaba la historia, en la película el director ha decidido dar voz también a su madre y a algunas de las personas que comparten la vida de la niña.

Miguel Gallardo es el creador de Makoki, un personaje de comic, pandillera, extravagante, friki, una rebelde sin reglas ni límites. Y este es el mismo hombre que nos ofrece sus aventuras como padre de una niña singular a la que adora.

Y esta historia me ha devuelto a la memoria a Joan Margarit, el maravilloso poeta catalán, y a Joana, su hija, una niña que nació con síndrome de Rubinstein-Taybe y que murió a los treinta años, dejando a su padre desolado. Y le escribió un poemario, Joana, una verdadera joya. Dice en el prólogo: Los treinta años que hemos vivido juntos son ahora el único contrapeso y mi tesoro. Fue desde muy temprano una persona muy especial: por una parte-a causa de sus minusvalías, que le dejaban el amor como única herramienta para sobrevivir-era incapaz de rencor; de orgullo, de cualquiera de las más ínfimas señales de maldad.... Ser su padre ha significado estar siempre junto a lo más delicado y bondadoso que puede ofrecer la vida.

Reproduzco un poema, No hay milagros.

Llovía con desidia.
Diecinueve de octubre, las nueve de la noche.
Joana iba asustada hacia el quirófano
rodeada por nosotros, que quedamos
en la salita mal iluminada junto a los ascensores.
Dicen que en un intento
de salvarse le dijo "te quiero" al cirujano.
Creíamos que un hada podría devolvernos
la Joana tranquila, la de siempre,
con sus confiados ojos centelleantes.
A las once mirábamos
las gotas de la lluvia en el cristal
como si resbalaran por la noche.
La noche era una hoja de guadaña.


Una noche coincidí en una cena sentada al lado de Joan Margarit. Charlamos mucho, me habló del poemario y, sobre todo, de Joana. Me hablaba con pasión. Y me dijo:"Mucha gente me compadecía cuando se enteraba de que tenía una hija con esa minusvalía. No entendían nada. Joana fue el regalo más grande que la vida me pudo ofrecer. Una niña eterna, todo amor. Para un padre, hay algo mejor?.

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