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lunes, 12 de marzo de 2012

Luis Pérez Ortiz, un microrrelato


"El sol acababa de ponerse y no se distinguían bien los movimientos de la pradera. Tampoco el contorno de quien caminaba al fondo, junto a lo que parecía un perro.
Pero yo, sentado en el porche, sabía quién era, quién avanzaba pausadamente pero en un instante estaba a pocos metros, a punto de bordear la casa hacia el pueblo.
Tantos años, y era inconfundible. La llamé. Nos saludamos, como conocidos. El perro, nunca visto, me miraba con familiaridad. Ella tenía la misma piel dorada del final de los veranos, y al sonreír guiñaba los ojos de igual manera.
Salvé decididamente el metro y medio que nos separaba y la besé en el cuello. Amagó retirarse, un gesto mínimo, pero seguía parloteando. Mis labios lo notaban en su garganta. Besaban con intensidad creciente y ella empezó a responder, desdibujando sus palabras civilizadas, antes de que yo las succionara.
Al levantar la cabeza, la pradera era playa, la de las tardes adolescentes en largo y cortado silencio, a la espera de aquel paso vehemente.
Dos momentos de la eternidad. Entre medias, una vida de viajes, carrera, familia, negocios.
Estabas distraído, musitó ella."

Luis Pérez Ortiz firma el relato y el dibujo.

2 comentarios:

  1. Me alegro que te guste, David. Creo que te encontrarás muchas sorpresas agradables si visitas su página. Un abrazo y muchas gracias por visitar Mi casa.

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