"Aunque el hedor sea ya insoportable, hay que celebrar que
toda la basura de la política salga a la superficie, porque eso significa que
las bombas de achique funcionan perfectamente. Se da por descontado que, dejado
a su aire, el poder es una fuente inagotable de perversión, pero la democracia,
entre otras cosas, es una máquina de picar la carne de la clase política y
servirla en bandeja a la opinión pública. En este caso se pueden hacer
albóndigas para todos los gustos. El primer decreto de un dictador consiste en
impedir que la corrupción emerja a la superficie para atribuirse el mérito de
haber regenerado el sistema. Se trata solo de una apariencia. La mierda
permanece sumergida. En este país la asfixia social que produce la corrupción
ha llegado al límite. Los medios de información sacan cada día al portal la
correspondiente bolsa de basura, mejor o peor clasificada, según su estilo, una
basura que nadie recoge. Es como si en una huelga las bolsas negras malolientes
acumuladas en las esquinas obligaran al ciudadano a transitar con mascarilla e
incluso amenazaran con impedir la circulación. Debemos felicitarnos porque las
bombas de achique funcionen, pero aquí ningún partido político se hace cargo ni
se siente responsable de la basura amontonada en la calle. El humor y la sátira
corrosiva contra el poder sirven de escape, pero en esta sociedad atormentada
por la crisis el sarcasmo ya no vale. El escándalo de la corrupción creciente,
agobiante y reiterada está a punto de provocar un salto cualitativo en la
convivencia. Puesto que la clase política no asume la obligación de recoger la
basura propia es posible que la ciudadanía decida quemarla en medio de las
plazas con un ritual público de exorcismo y purificación del sistema. En este
país los partidos políticos están jugando con fuego. Sin necesidad de invocar
al profeta Isaías habrá que advertir que se acerca el momento en que una
chispa, cualquier desgracia imprevisible, puede sintetizar toda la frustración,
la cólera y el odio suspendidos en el aire, alimentados por la miseria, y
producir una descarga explosiva, que se llevará por delante, no solo a esa
pandilla de políticos golfos, sino el sueño de un país que un día apostó por la
libertad y la democracia."
Manuel Vicent, diario El País, 20 de enero de 2013
Opino lo mismo que Vicent y así lo vengo diciendo a mis amigos desde hace un tiempo: la crisis, el paro, los recortes, la corrupción y, sobre todo, la impunidad de todos hechos putrefactos que vamos conociendo son propicios para darse una violenta explosión ciudadana el día menos pensado por cualquier asunto menor. Hay sobrados precedentes en la Historia.
ResponderEliminarBesinos.