Todas las Navidades, año tras año, la compañía de teatro Guindalera programa en su sala La larga cena de Navidad, y por una u otra razón siempre me la he perdido. Hasta este año. En esta ocasión han salido de su espacio habitual y la han representado en los Teatros del Canal, lleno hasta la bandera. Este grupo de actores, dirigidos por Juan Pastor, han sido un descubrimiento.
Cuanto talento se puede encontrar en estas compañías que trabajan con poco presupuesto, encarando propuestas arriesgadas y de enorme calidad. El texto de Thorton Wilder es espléndido, y ellos hacen magia con sus voces. La obra habla del paso de la vida, de la muerte, de la familia y los vínculos que nos unen. Todo se reduce a cuatro generaciones de una misma familia que durante noventa años se reúnen alrededor de una mesa a cenar por Navidad. Llegan los hijos, se van; se renuevan las generaciones; envejecemos mirándonos, queriéndonos, cada uno en pos de su felicidad.
Una obra delicada y conmovedora interpretada con exquisitez que, por esos milagros que solo la belleza consigue, me confortó. No perderé de vista a esta compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario