La imagen con la que abro es, en realidad, un fotomontaje a partir de cinco negativos distintos. Pese a lo dramático de la imagen, en la habitación se respira una dulce calma. La joven se va fluyendo suavemente bajo la atenta mirada de dos mujeres que, silenciosas, le acompañan, mientras una figura masculina, de espaldas, parece buscar refugio en el paisaje que se extiende tras la ventana. Una hermosísima escena.
Las escenas campestres son deliciosas, y en ellas queda patente el origen pictórico de su formación artística.
La atmósfera en la que envuelve sus escenas, su vinculación con el naturalismo, la exquisita sensibilidad que muestra al elegir el instante; todo ello otorga a su trabajo de un encanto especial. Cierro con una fotografía perteneciente a su serie sobre el cuento de Caperucita Roja.
Mi querida Sol Pau, entiendo lo que dices, como tú, trato de hacer catarsis con lo que vivo.
ResponderEliminarTodo mi cariño desde Buenos Aires
Celia Romero (Aparezco como Cecilia pero lo corregí)
¿pintura, fotografía? da igual siempre que haya belleza y sí, también en la desolación la hay, sólo se necesita sensibilidad y de ésto te sobra.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo