Con las primeras luces del día comienza a rodar la vida. De
madrugada el panadero amasa el pan; los barcos de pesca se hacen a la mar; por
las carreteras convergen hacia las grandes urbes los camiones cargados de
mercancías; los agricultores salen al campo; los padres llevan a sus hijos al
colegio; los ejecutivos, oficinistas y obreros llegan a la fábrica; levantan el
cierre los comercios; ruedan los autobuses y el suburbano en la ciudad
transportando ríos de gente, a cada uno hacia su afán; en los hospitales se
abren los quirófanos; los estudiantes llenan las aulas; en los mercados suenan
los gritos de los tenderos animando las ventas de carne, pescado, frutas y
hortalizas; en las redacciones de los periódicos comienza a prepararse el
número del día siguiente mientras las ediciones digitales ruedan en las
pantallas sin detenerse nunca; puede que a cualquier hora del día o de la noche
un escritor esté escribiendo un libro, una pareja se esté enamorando y muchos
ciudadanos anónimos estén proyectando sus sueños sobre el futuro. Esta es la
rueda de la vida, que cohesiona la convivencia, pero en nuestro país este
tejido social se halla profundamente contaminado. La prensa, la radio y la
televisión bombean a la superficie de forma continua e inagotable la basura de
la corrupción política y su insoportable hedor lo huele el panadero que fabrica
el pan, el marinero que trae el pescado a puerto, el labrador que siembra las
semillas, el camionero que transporta mercancías, los escolares que llegan con
sus cargadas mochilas al colegio, los médicos que curan en los hospitales, las
cajeras que cobran en los supermercados, los periodistas que elaboran las
noticias, los carniceros, los ebanistas, las secretarias, los fontaneros, que
cumplen con su deber. Como una lluvia ácida la corrupción se desprende desde la
política sobre cualquier orden moral de la vida cotidiana. ¿A qué se espera?
Este país necesita urgentemente una pala que se lleve al infierno de una vez a
toda esta reata de imputados y se limpie el aire para que el panadero, el
carnicero, el frutero, el estudiante, el médico, el profesor, el científico, el
artista, el empresario vuelvan a la diaria rutina sin que el cabreo o el
desánimo envenene, contamine y corrompa su propia vida.
Menuel Vicent, diario El País, 7 de Abril de 2013.
Menuel Vicent, diario El País, 7 de Abril de 2013.
Muy lindo escrito. Hermoso.
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