Arenas movedizas
Antes de hundirme, dime
esa palabra que no pronunciaste
al amor de mi oído, porque pronto
me van a devorar aquellas sombras
que en mi infancia jamás te imaginaron.
El puente
Se ha derrumbado el puente con mis pasos;
mas no lloréis por mí: tan solo huía
al campamento, y nuestros enemigos
sucumbieron ahogados tras mi sombra.
No me rindáis honores; recordadme
con una mueca, y dad gracias a Dios.
De vez en cuando vuelvo a cualquiera de los poemarios de Pelayo Fueyo y siempre me doy de bruces no con sus palabras, sino con él: con su gesto, su mirada, esa bondad desprotegida, un alma a la intemperie. Él, su poesía, siempre me conmueven. Un abrazo desde Mi casa, Pelayo.
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