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martes, 2 de abril de 2013

Claudio Abbado y su Orchestra Mozart en el Auditorio

Ver dirigir a Claudio Abbado es un espectáculo. Y no porque sus movimientos sean grandilocuentes, ni siquiera especialmente expresivos. Todo lo contrario. Apenas mueve la batuta: señala, marca suavemente, y sobre todo mira a cada instrumentista y ellos responden a la perfección. Abbado es el paradigma de la elegancia sobre el estrado. Y la música que nace bajo su batuta siempre resulta emocionante. Creo haberos confesado ya que Mozart no es de mis compositores favoritos. Con el riesgo de ser vapuleada por los mozartianos, gran parte de su obra me suena cortesana, superficial, virtuosismo hueco. Sin embargo hace unos días Claudio Abaddo y su Orchestra Mozart nos ofreció en el Auditorio la Sinfonía núm. 33 en Si bemol mayor, kv. 319, preciosa. El concierto comenzó con la Obertura Leonora III, la segunda de las cuatro oberturas que Beethoven compuso para Fidelio, y la Sinfonía concertante en Si bemol mayor de Haydn, aunque en esta le pasó la batuta a su ayudante, el español Gustavo Gimeno. Es esta una sinfonía muy especial, con gran protagonismo del violín, violonchelo, oboe y fagot que forman el cuarteto de solistas. Pero lo mejor, para mi gusto, fueron las propinas, con las que el maestro se mostró generosísimo: dos fragmentos de Rosamunda, princesa de Chipre, de Schubert. Una maravilla.

Os dejo con Leonora, interpretada por la Philarmonia Orchestra, dirigida por Von Karajan.

2 comentarios:

  1. Te confieso que hacía mucho que no escuchaba música clásica, y ha sido muy grato volver a conectar con esa parte dormida.
    Gracias sol

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  2. Será que como el Roto....¿Abbado es el mejor?

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