Quizá esta sea la más floja de todas las películas de Woody Allen que conozco. Como nos tiene acostumbrados en sus últimas entregas, gran parte de su protagonismo recae en la ciudad elegida, en este caso Roma, y nos la muestra caótica y vital, hermosísima, aunque se trate de una mirada obligatoriamente superficial fruto de una visita turística. Cuatro historias absurdas que nunca llegan a confluir, con momentos graciosos y destellos del genial cine de Allen. Una película amable, de factura impecable, comedia intrascendente para pasar el rato. Nada que ver con Medianoche en París o Vicky Cristina Barcelona. Una sátira sobre la fama y el enamoramiento en la que el propio Allen encarna al personaje al que nos tiene acostumbrados, un neurótico atemorizado por el paso del tiempo y la muerte.
Una película prescindible si no eres un devoto del director, como es mi caso. Os dejo un trailer.
A mi Medianoche en Paris me defraudo un poco. Pero Allen siempre merece el esfuerzo. Abrazos.
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