“La discusión en términos financieros es la auténtica patología. Si seguimos discutiendo de la crisis solo en términos económicos seguiremos siendo víctimas perfectas de nuestros acreedores. Porque el problema ya es qué entendemos por democracia. Los derechos fundamentales se han convertido en relativos, nos están intentando vender que eran comodidades fruto del superávit. La crisis financiera pasará cuando los que se tienen que forrar terminen de forrarse. Pero de lo que no nos repondremos nunca si no lo ponemos en el centro de la discusión es qué entendemos por derechos innegociables. Lo que ha llevado dos siglos cimentar se está desmontando en dos años: qué es jornada laboral, qué es un contrato, qué es un despido. Es más, ahora también nos están intentando discutir qué es una manifestación. Derecho por derecho, con la excusa de los recortes, se está aprovechando para rebobinar dos siglos y llevarnos justo a tiempos previos a la Revolución Francesa. Si vemos cómo son despedidos los grandes directivos y cómo son despedidos los trabajadores normales veremos que no hay una diferencia solo de sueldos, es que hay dos leyes, dos reglas de juego distintas”.
No puedo estar más de acuerdo con estas declaraciones del escritor argentino Andrés Neuman, recogidas por Borja Bas en una entrevista publicada por el diario El País el 15 de octubre con motivo de la publicación de su novela Hablar solos.
El sentido común
es el menos
común de los
sentidos
El Capitalismo Salvaje está condenado a morir por inoperante, perverso e injusto. Lo que estamos viviendo en medio mundo (por no decir todo el mundo)son los estertores de una muerte anunciada y deseada por millones de personas desahuciadas, disconformes y marginadas del sistema, sin dinero ni posibilidades de conseguirlo. El dinero, en el fondo, es papel mojado. Siempre han habido personas (yo incluida) que mantienen que al dinero hay que atribuirle una importancia relativa, justa, simbólica, como canal y vehículo de trueque e intercambio de materias primas, para abonar servicios y recursos y no ser el motor, la causa y el fin (perverso) que justifica cualquier cosa y acto para lograr amasarlo a espuertas a costa de lo que sea y de quien sea. OTRA ECONOMÍA ES POSIBLE. OTRO MUNDO MENOS ECONOMICISTA TAMBIÉN.
ResponderEliminarNeuman escribió un muy buen libro El viajero del siglo, una novela interesante desde el punto de vista linguístico... pero aquí se expresa tan soberanamente mal! sospecho que en aquella oportunidad trabajaron mucho los correctores.
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