"Cuando nos destierran de un mundo que amábamos, es
importante pasar el duelo, el dolor y la tristeza, pero también saber que
llegará el momento en el que encontremos dónde depositar de nuevo nuestros
afectos, nuestro empeño y nuestra esperanza. Que es importante huir de la
melancolía que pretende hundirnos en la sensación de que somos “indignos de
estimación, incapaces de rendimiento valioso alguno”. Uno de los caracteres más
singulares de la melancolía, explicaba el gran Freud, es el miedo a la ruina y
al empobrecimiento.
Así nos tienen. Así estamos en los países del sur de Europa,
empujados a la melancolía, expulsados de un mundo que creíamos nuestro y que
desaparece bajo nuestros pies, mientras intentan que creamos que somos nosotros
los que hemos provocado ese dolor y esa tristeza por nuestra falta de sentido.
Empeñados en que caigamos en el miedo a la ruina y el empobrecimiento sin
esperanza, puesto que, intentan que aceptemos, ese es nuestro propio destino.
(...)
Los griegos enfermos de cáncer que no pueden recibir tratamiento porque han perdido el trabajo y agonizan fuera del sistema sanitario están ahí. Los hospitales griegos a los que ya no llega una potente droga anticancerosa porque la empresa alemana que la fabrica, harta por no cobrar las facturas, ha decidido interrumpir el suministro y aconsejar a los enfermos que “acudan a las farmacias a comprarlas con su dinero”, están ahí. Y esta ahí la obligación del Gobierno griego de pagar, por encima de todo y antes que todo, la deuda que contrajo con los bancos internacionales.
Está ahí la amenaza de una recesión prolongada a lo largo de los próximos años. La Comisión Europea no tiene intención de engañarnos. Nos anuncia que viene otro largo año de pésimos augurios, en el que padeceremos nuevos recortes y ajustes. En el que más griegos padecerán lo inimaginable.
Hagamos el duelo por ese mundo del que nos proscriben, pero sería bueno que nos sacudamos la melancolía cuanto antes. La realidad es Grecia, o los suicidios de quienes no soportan la humillación del desahucio, esa es la realidad como lo eran las calles por las que se prohibió pasear a Víctor Klemperer. Está pasando lo que estamos viendo. Y no es inconcebible. Es intolerable. Eso es lo que tenemos que comprender cuanto antes. Que algunas de las cosas que suceden ante nuestros asombrados ojos son ultrajantes."
Os ofrezco un extracto del artículo publicado por Soledad Gallego-Díaz en el diario El País el 11 de noviembre de 2012
Es tan oportuna, tan justa, tan precisa y tan clara esta reflexión y sus creadora que debería ser de lectura obligada en escuelas. Corren malos tiempos para los pensadores con profunda y sentida carga ética....
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