(...)
No deberíamos olvidar esto en unos tiempos en que Europa se
ha transformado poco más que en un casino donde solo el dios vulgar del dinero
impone su ley. La Europa de la especulación, de las oscuras finanzas, de los
paraísos fiscales, de los barrios financieros, de los políticos indiferentes al
sufrimiento de los que representan, del recelo frente a los emigrantes y del
desprecio a lo público, nada tienen que ver con aquella Europa de la
solidaridad y la cultura con la que soñábamos. Era la vieja idea de “cultura”
como paideia propugnada por la tradición platónica. La cultura como medio para
proporcionar a la vida social los objetos correctos, justos y bellos; pero
también como ejercicio crítico, como búsqueda de la justicia.
(...)
Me pregunto si entre nosotros aún es posible un lugar así.
Esa sería nuestra verdadera patria, la única que merecería la pena salvar. Un
lugar complejo, amigable y lírico, al que raras veces las ideas y las tareas
cotidianas de la política actual hacen justicia. Un lugar modulado en nuestros
sueños “al golpe cadencioso de las hachas / entre risas y gritos de muchachas /
y pájaros de oficio carpintero”."
Os ofrezco tres párrafos del artículo firmado por el escritor Gustavo Martín Garzo, publicado por el diario El País el 25 de noviembre de 2012.
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