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viernes, 7 de diciembre de 2012

"Canción errónea", de Antonio Gamoneda

"En los versos de Gamoneda la luz se pelea a hachazos con la muerte", escribe Luis María Ansón en un artículo dedicado a Canción errónea, el último y espléndido poemario de Antonio Gamoneda. No sé si tengo el estado de ánimo más adecuado para leerlo, pero no he podido vencer la tentación y van cayendo sus palabras, poema a poema, desolados, agónicos, lúcidos y desesperanzados. Dice:

"(...)
No hay causa en mí. En mí no hay
más que cansancio y
un antiguo extravío:
                             ir
de la inexistencia
a la inexistencia.
                        Es
un sueño.
              Un sueño vacío.

Pero sucede.
                   Yo amo
todo cuanto he creído
viviente en mí.
                     Amé las manos
grandes de mi madre y
aquel metal antiguo
de sus ojos y aquel
cansancio lleno de luz
y de frío.

             Desprecio
la eternidad.
                  He vivido
y no sé por qué.
                        Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.

                    Qué equívoco."

Pero llega la luz en el siguiente poema, y eso nos da un respiro:

"(...)
En el fulgor de los equinocios eres roja y solar y estás ebria; estás ebria de ti misma y la música se desprende de ti.
Eres como el mar que se derrama sobre el corazón del pastor.
Tu desnudez hiende los manantiales. Ardes y, en torno a ti, giran las palomas.
                                                                                                                    Tú
ciega de luz, dame tu extravío, ven.
dame tu vientre y tu demencia, ven.
Liba mis llagas."

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