Escuchar a la Filarmónica de Londres dirigida por Vladimir Jurowski interpretar a Brahms es un privilegio incomparable. Una orquesta poderosa, uno de los directores con mayor personalidad que conozco y Brahms, poco más se puede pedir. El sábado nos ofreció un concierto maravilloso, comenzando con la Obertura Trágica. Esta pieza hermosísima fue compuesta muy probablemente como introducción del Faustode Goethe con motivo de una representación en el Burgtheather de Viena, en contraposición a la Obertura para un festival Académico, la primera alegre y la segunda triste, "una ríe y la otra llora", en palabras del propio compositor. Después llegó el Concierto para piano y orquesta núm. 17 de Mozart, con Nicholas Angelich como solista, un respiro delicioso para llegar a un compositor y una sinfonía que me entusiasman, la Sinfonía núm. 1 de Bruckner. Palabras mayores. Aquí la orquesta se superó, y Bruckner sonó poderosísimo. La música de Bruckner es honda, trascendente, no te da un respiro. En palabras de Novalis: "La emoción que produce su música es el velo que recubre la esencia ignea, arrebatadora, del rostro de Dios". Todas sus sinfonías son estremecedoras.
Os la ofrezco:
Gracias Sol. Tienes un blog magnífico.
ResponderEliminarGracias a ti, Raúl, por tu visita a Mi casa y por tu amable comentario. Me encantará verte más por aquí. Un abrazo
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