La vida de Pi es una película prodigiosa. Bellísima, mágica, un espectáculo para los sentidos realizada por un mago del cine como es Ang Lee. Una película deslumbrante. La historia no tiene mayor interés y resultaría increíble hasta el ridículo si no estuviera en manos de un director capaz de hacernos comulgar con ruedas de molino y sentirnos felices al hacerlo. La peripecia se centra en un joven náufrago que sobrevive en aguas del Pacífico en una pequeña lancha con la sola compañía de un tigre de bengala. Lo primero que logra Lee es que simpaticemos con el chaval, que hagamos nuestra su causa a pesar del trasfondo místico religioso que subyace en la historia, que es a mi juicio lo menos interesante de la película. Pero prescindo de ello de un plumazo y, el resto, es todo disfrute. Una fiesta para los sentidos, decía al principio, porque Lee pone los efectos especiales (impresionantes, extraordinarios efectos especiales) al servicio de la belleza y de la emoción, y el 3D se convierte en mucho más que en objetos que se nos vienen encima desde la pantalla. Las tormentas, el cielo, la vida bajo el agua, el salto de la ballena, la emoción y la lucha por la supervivencia en el interior de la lancha, la relación del chico con el tigre...una belleza.
Fui a verla con mi nieto y salimos del cine los dos entusiasmados. Él quiere volver a verla y creo que le acompañaré. Ahora que ya conozco la peripecia, disfrutaré más y mejor de la estética.
Os dejo el trailer.
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