Creo que ya os he hablado del magnetismo que esas miradas ejercen sobre mí, y sin embargo no es vida lo que encuentro en ellas. Por lo que me acongojan es porque esa mirada fija, subyugante, está vacía.
No dejéis de acercaros a la Sala de Exposiciones de la Fundación Canal y hallaréis una colección de esculturas y dibujos extraordinarios de Giacometti. La pieza que veis a la izquierda, sobre estas líneas, es una de las más impresionantes de la muestra. Cabeza-Cráneo, es su título, y está realizada en 1934 poco después de la muerte de su padre. Es, efectivamente, una evocación a la muerte.
Giacometti sufre lo indecible porque no consigue que su mano plasme la mirada, y lo intenta una y otra vez. Los cráneos se reducen, la mirada se amplía. Me resulta dolorosa su obra.
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