Pero antes permitidme traer a Mi casa estos rincones que adoro y a los que, por una serie de circunstancias, no podré volver. Acabo de llegar y ya me estoy despidiendo de este delicioso barrio, Cimadevilla; del puerto deportivo, de la pequeña Capilla de la Soledad, hoy silenciosa (se celebra la Soledad de la Virgen, no se escuchan esas piezas barrocas que me atraen a su interior como un imán, y me sosiegan).
El viento despeja el cielo de nubes y me empuja por la espalda hasta casi hacerme trastabillar. Camino por el Muro con prevención. El mar está enloquecido, las olas chocan virulentas unas contra otras y estallan en crestas de espumas; golpean con furia el muro del paseo y pone perdidos a los viandantes, incluida a mi, que me he acercado a fotografiarlas.
Esta tierra mía.
Aquí me tienes de nuevo, Sol. Me he dado una vuelta por tus entradas pasadas y me ha resultado encantador el relato de la relación entre tu tío y Zorrilla. Cuéntanos mas cosas. Siempre encuentro pequeños tesoros siguiéndote. Me fascina Nueva York, así que espero con ilusión tu experiencia. En cuanto al comentario con el que encabezas esta entrada, es cuanto menos intrigante, espero que no sea nada trascendente. Siempre un placer retomarte. Besos,
ResponderEliminarQué alegría verte de nuevo por Mi casa, David!!!! Voy ahora mismo a visitar la tuya. Tengo a Nueva York pendiente, sí. Yo también adoro esa ciudad. Un beso enorme
EliminarPues sé que si volverás a tus rincones, como sé que volverás a Nueva York(que siempre está pendiente menos cuando estamos allí). Si me gustaría seguir leyendo sobre tu "tataratio"
ResponderEliminarYa sabes que soy una mujer "añorante"; se me van acumulando las nostalgias. Aunque vuelva, no será lo mismo. Es el maldito tiempo, escurriéndose.... Un beso
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