Inexplicablemente, parece que la cosa es así, y que seguirán gobernándonos los mismos políticos que despreciamos. Pero ¿les despreciamos realmente? A veces pienso que no es desprecio lo que sentimos, sino envidia, y esa simpatía ancestral, tan española, hacia los sinvergüenzas. Seguramente nos merecemos los políticos que tenemos. Voy a emigrar.
Ignorancia, Sol, ignorancia. Va a ser difícil hallar en el mundo un colectivo más atrozmente ignorante que este nuestro. No es extraño, teniendo en cuenta que, salvo el minúsculo paréntesis de la República, aquí siempre han mandado los curas, los señoritos crápulas y los espadones ociosos. Al hilo de la infame campaña electoral que sufrimos (a mi me avergüenza hasta los huesos escuchar a algunos repúblicos expresar su insufrible barbarie), casi quedo convencido de que no hay nada que hacer, que este es un pueblo tan degenerado en lo ético, carente por completo de la facultad de razonar, que aceptará indefinidamente que le rebocen los morros en el barro sin apenas rechistar. Ni siquiera la corrupta Italia tiene semejantes tragaderas, porque allí caen gobiernos como peras maduras. Aquí, los ladrones y genocidas siguen tan campantes, renovando mandatos y -lo que es peor- envalentonados ante la impunidad con que lo vienen haciendo: preparémonos, que ahora viene Ciudadanos (Banco Sabadell in memoriam) con ganas evidentes de entrar a saco, que ahora es la suya.
ResponderEliminarPorque el cretinismo colectivo que ha hecho posible que el slogan de "bolivariano" sea un arma arrojadiza en bpca de quienes tienen una idea nebulosa de por dónde cae en el mapa Venezuela, ejemplariza la mentalidad de ese rebaño de borregos de "clase media mileurista".
Se que soy injusto, que solo echo pestes de media España (quizás pelín más) y que la otra media es sensata, sufrida (yo no) y democrática de veras... Las dos Españas de siempre, vaya. Pero que media tribu sea tan bestia hace que el proyecto de convivencia civilizada sea empeño poco menos que imposible.
Yo estoy comprometido con PODEMOS (reparto pasquines por las calles, suelto el rollo en mesas redondas, apoquino cierta pasta...) y me conforta arrejuntarme con mis afines. Y eso es lo que nos queda, Sol: buscar el consuelo de los nuestros, compartir con los iguales. Porque hasta en los campos de exterminio nazis había unos minutos cada noche para charlar con los compañeros, evocar los tiempos de la libertad perdida e incluso tramar heroicas vías de escape.
Salud.
Yo mantengo aún una cierta esperanza, Fred. Quizá el domingo nos depare sorpresas.Ojalá. Un beso, querido
EliminarY la sorpresa llegó. Ojala no sea solo un espejismo.
ResponderEliminar