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Sobre esa espalda veterana levantaré mi iglesia. Tabernáculo de todas las Españas, sancta sanctorum de los buenos cegados por la luz de la verdad, pirámide truncada (le sobraba el pincho) que espejea en el páramo manchego (qué próximo te queda el panteón de la bestial vestal de los bastos territorios de la Mancha...). Un día te miré y vi que eras buena, dulce túrrica-ebúrnea dama de los legajos justicieros. Que a tus años devanes la madeja de los corazones lastimados, de las aortas a pique de reventar de indignada hipertensión, de las crisálidas pisadas, de tantas manos yertas, de las calcomanías suicidas que embadurnan las aceras de las ciudades-infierno de la patria... Teresa-Carmena de Calcuta, que con tu carrito acemilero recoges los despojos de las almas parias de esta tierra maldecida, a la luz vespertina de farolas de diseño que mientan las corruptas comisiones patronales (CC.PP.). Ay, carmena, infusión salvífica de yerba buena. Aparta de mi este cáliz de ignominia, dame la paz de esa hora en que el aire se serena.
Sobre esa espalda veterana levantaré mi iglesia. Tabernáculo de todas las Españas, sancta sanctorum de los buenos cegados por la luz de la verdad, pirámide truncada (le sobraba el pincho) que espejea en el páramo manchego (qué próximo te queda el panteón de la bestial vestal de los bastos territorios de la Mancha...). Un día te miré y vi que eras buena, dulce túrrica-ebúrnea dama de los legajos justicieros. Que a tus años devanes la madeja de los corazones lastimados, de las aortas a pique de reventar de indignada hipertensión, de las crisálidas pisadas, de tantas manos yertas, de las calcomanías suicidas que embadurnan las aceras de las ciudades-infierno de la patria... Teresa-Carmena de Calcuta, que con tu carrito acemilero recoges los despojos de las almas parias de esta tierra maldecida, a la luz vespertina de farolas de diseño que mientan las corruptas comisiones patronales (CC.PP.).
ResponderEliminarAy, carmena, infusión salvífica de yerba buena. Aparta de mi este cáliz de ignominia, dame la paz de esa hora en que el aire se serena.