Una noche memorable, la del pasado sábado; un concierto extraordinario, para muchos el mejor de la temporada de las Juventudes Musicales. Un Zubin Mehta en estado de gracia, al frente de la Maggio Musicale Fiorentino, y un programa de los que se te agarran al corazón. Para empezar, la Obertura Leonora III, de Beethoven, una de las cuatro oberturas que compuso para su única ópera, Fidelio, que en principio tituló Leonora o el amor conyugal. En está obertura condensó el argumento de la obra: Primero, la tristeza y melancolía de Florestán, encarcelado en una mazmorra; le sigue un momento de plenitud y esperanza, cuando recuerda sus momentos felices; luego un episodio dramático, ante la posibilidad de verse condenado; y llega el final victorioso, la conquista de la libertad y su reencuentro con Leonora.
Pero lo mejor estaba por llegar. Pocas piezas tan hermosas, tan conmovedoras como el Preludio y muerte de Isolda, de Richard Wagner, inspirada en el amor del músico por Mathilde Wesendonch, la mujer de su mecenas, y por la filosofía de Schopenhauer. "Nunca en mi vida, habiendo disfrutado la verdadera felicidad del amor, erigiré un monumento mayor que este, el más hermoso de los sueños, en el que de principio a fin, el amor podrá por una vez, conseguir perfección absoluta. He ideado el Tristán e Isolda más esencial y sin embargo con el diseño musical más vigoroso que pueda imaginarse. Con la "bandera negra" que se agita al final de la obra, me cubriré para morir", escribe Wagner a Liszt.
Y para terminar, la Sinfonía núm. 6 en si menor "Patética" de Chaikovsky, su última sinfonía, su despedida, la obra más desgarradora que conozco. Dicen los expertos que el compositor intuía su muerte, y convirtió esta sinfonía en su adiós a la vida. Su primer y cuarto movimiento me trastornan., y Mehta la bordó hasta el escalofrío.
Os ofrezco ambas. Comienzo con el Preludio y la Bayerische Staatsoper Bayerisches Staatsorchester, dirigida por Mehta:
Y concluyo con La Patética, interpretada por la Filarmónica de Viena, dirigida por Herbert von Karajan
No voy nunca a conciertos porque ,para mi desgracia,coinciden en horario de trabajo,pero en esta ocasión, al caer en sábado, acompañé a mi hermana .No tengo palabras para explicar lo maravilloso que fue.Con su batuta te lleva a donde quiere,tus emociones suben y bajan a su compás. La pena que no fuera mucho más largo.Gracias hermana.
ResponderEliminarDe nada. Disfruté el doble, viéndote a ti disfrutar. Tendremos más ocasiones, seguro. Besos, hermana
EliminarHola Sol, entre mis virtudes no está la de saber expresar con palabras todo lo que el arte me transmite, por eso no he comentado nada hasta hoy que, imagino que llevada por la emoción que me ha producido oír "La patética", me he decidido. Sólo darte las gracias por tu blog, lo sigo con interés desde que lo descubrí. Un abrazo, Silvia
ResponderEliminarBienvenida a tu casa, Silvia, y muchísimas gracias por decidirte a dejar tu comentario. Siempre los agradezco, porque muchas veces tengo el temor de aburriros con mis elucubraciones. Eres un encanto. Me alegro de que hayas disfrutado de la Patética, y espero contar más veces con tus opiniones. Un abrazo muy fuerte
EliminarComo me alegro que se disfrute de la música(último comentario oído a Eduardo Punset -La música es todo y lo demás es nada-), no llego a esa frase pero si decir, que como buen entusiasta de la matemática y la arquitectura, la música une estos dos conceptos, construye con exactitud los sentimientos. Y dicha esta diatriba, tengo que comentar que esta misma orquesta y este maravilloso hindú, hijo del fundador de la sinfónica de Mumbai(Mehli Mehta), abrirá la temporada 15/16 en el Auditorio y también comenzará con Leonora, pero esta vez además de ofrecernos la 8ª, terminará con la Heróica de Beethoven.
ResponderEliminarFantástico, cielo; ahí estaremos. Nada como la música, así lo creo. A su lado, el resto de las artes palidecen. Muchos besos
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