No muy lejos se encuentra la Casita del Infante, o de Arriba, también obra de Juan de Villanueva, destinada al Infante Gabriel de Borbón, hermano de Carlos IV. A partir del reinado de Carlos III se habían puesto de moda estas casas de campo, al estilo de Francia e Italia. Permanecían cerradas la mayor parte del año, ya que solo se abrían parte del verano y el otoño, cuando los reyes se instalaban en El Escorial.
El Príncipe y sus amigos venían aquí a pasar el día, nunca se quedaban a dormir (cuando caía la noche volvían a Palacio) por lo que el palacete carece de dormitorios y cocina (la comida también la traían los lacayos desde Palacio). El Palacete está compuesto de una serie de salas y saletas, la mayor parte de ellas de paso, dedicadas a charlar y jugar.
La decoración es típica del XVIII, en un excelente estado de conservación. Me llamó la atención la perfección de las sedas que tapizan las paredes, y la guía que nos muestra la casa nos aclara que son las originales y que el buen estado de todos los elementos decorativos se debe a la falta de contaminación que disfruta este paraje. Maravillosos los techos, la decoración neoclásica de Ferroni de estilo pompeyano y etrusco. Espléndidas las lámparas y la colección de relojes. Y muy bonita pintura, aunque los cuadros más importantes se llevaron al Museo del Prado.
La Casita está rodeada por dos jardines, uno en la parte anterior y otro posterior, con fuentes y estanques, setos de boj y paseos. Un lugar delicioso.
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