"¿Los aplausos? ¿Qué lenguaje vulgar es este que se apoya en el expediente de la aclamación? Lo divino es el silencio. Lo importante es la nada. El final más atinado es igual al cenit de su imposible repetición". Esto sostenía Vicente Verdú en un artículo que leí hace unos días en el diario El País, y transcribí en mi libreta porque en muchas ocasiones me hieren los aplausos después de haber escuchado unas notas memorables. Me ocurrió hace unos días en el Auditorio: The Hallé, dirigido por Sir Mark Elder, finalizaba la 5ª de Sibelius, aún las últimas notas flotando, aún los brazos en alto del director, y ya un fulano comenzó a batir palmas como un poseso, secundado inmediatamente por una caterva de individuos deseosos de hacerse notar. Y yo aterricé sobresaltada, con un deseo irrefrenable de mandar callar al respetable. "No pongan sus sucias manos sobre Sibelius"... Mi mal carácter empeora con los años.
De vuelta a Sibelius, no os perdáis esta sinfonía. A mi me transporta a un paisaje de bosques y montañas nevadas, me pone alas y planeo mecida por sus notas. Con los ojos cerrados, me hace sentir una paz enorme, esa emoción que produce la naturaleza en soledad. Y amor.
Antes de la 5ª Sinfonía de Sibelius escuchamos otra pieza excepcional, la Obertura Trágica de Brahms, y dos composiciones que desconocía y me gustaron mucho: la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, de Vaughan Williams, y El himno de Jesús, de Gustav Holst.
Os dejo con la Filarmónica de Berlín, Von Karajan y la Sinfonía Núm. 5 en mi bemol mayor, Op. 82, de Sibelius.
¿Qué hubiesen hecho con esta partitura los estudios Disney de los años 40, los mismos que produjeron "Fantasía", la soberbia película de dibujos animados que ponían el contrapunto a unas piezas de música clásica? Recuerdo especialmente "El aprendiz de brujo", de Paul Duklas; la 5ª Sinfonía de Beethoven, y uno de los "cuadros" de la exposición de Mussorgsky, "Una noche en el Monte Pelado", esta última sobrecogedora. La orquesta era la Filadelfia, bajo la batuta de Leopold Stokowsky.
ResponderEliminarEl dibujo tenía un encanto especial, ¿verdad Sol?
Una película deliciosa, imprescindible, que contribuyó a despertar el amor por la música clásica de varias generaciones. Qué habrían hecho con la 5ª de Sibelius? Yo imagino un viaje por los Alpes, por los fiordos, por el casco polar. Lagos helados y bosques de abetos. Icebergs. Habría sido fantástico. Un beso Federico
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