"Tenía en la calle de la Muralla una tienda, variada y ricamente surtida de esos objetos múltiples que constituyen lo que, traducido bárbaramente del francés, ha dado en llamarse bisutería, un tal Corugedo, cuya tienda estaba bautizada con un título algo extravagante, y que aquél giraba bajo la razón social de Corugedo hermanos. Uno menor tenía consigo a quien paternalmente aleccionaba para dejarle su floreciente comercio, antes de volver a establecerse y morir en la provincia de España, en la cual habían ambos hermanos visto la luz, creo que en las Asturias. y este Corugedo, el mayor, es uno de los hombres a quienes Dios me ha hecho encontrar sobre la tierra para enseñarme a estimar a la humanidad, a respetar la honradez y a despreciar mi miserable ingenio, que no ha sabido más que meter ruido sin utilidad de nadie, empezando por mí. Recorriendo una tarde la ciudad con un corredor español que me la enseñaba, díjome éste que había por allí un comerciante que no se atrevía, aunque tenía gran deseo de ello, a invitarme a su mesa, porque temía que yo no aceptara su invitación, descendiendo desde el Olimpo de los palacios y salones de los personajes por quienes andaba yo festejado, a su humilde trastienda, como él llamaba a la vivienda que tras de su mostrador tenía escondida.
Cuál fue mi asombro al encontrarme en su interior una
biblioteca de miles de volúmenes, adornadas sus paredes con los retratos de Ercilla,
Quevedo, Lope, Calderón y todos los que forman la colección grabada que publicó
la Academia Española, más los del duque de Rivas, Hartzenbusch, García
Gutiérrez, Espronceda, conde de Toreno, etc., recogidos de las ilustraciones
modernas. Tenía allí el buen Corugedo ánforas, armas y antigüedades por él
recogidas, y tras de aquel salón-biblioteca dos cámaras de dormir, frescas,
enfloradas, coquetas, con todo el confort inglés de las modernas instalaciones.
Pero lo que más me asombró de hallar, entre aquel interior
del hombre estudioso e inteligente y aquel mostrador y anaquelería de mercader,
cargados de chinescas e inglesas porcelanas y argentería y diamantes, fue la
sencilla modestia de aquel asturiano, de exterior vulgar, que me contaba,
complaciéndose en tales recuerdos, cómo había desembarcado en La Habana, sin
más que lo puesto; cómo había dormido la primera noche en el pórtico de una
iglesia, por no haber encontrado a un paisano para quien traía una carta de
recomendación, y cómo, arrostrando trabajos y devorando afanes, cuarto a
cuarto, peseta a peseta y duro a duro, a fuerza de aceptar arriesgadamente y
cumplir casi por milagro plazos y compromisos, había cimentado el capital y el
crédito que aquel almacén y su razón social representaban.
El orden y la limpieza con que tenía colocados y
clasificados todos los heterogéneos artículos de que su comercio se nutría
demostraban, como su biblioteca, comprada libro a libro, todo sin un átomo de
polvo ni una empañadura de humedad, la honradez jamás desmentida y la tenacidad
perpetua, con las cuales aquel hombre había logrado hacer al par, por sí solo,
su fortuna y su educación; porque aquel hombre había leído y sabía lo que
decían todos aquellos libros suyos: el padre Feijóo, el padre Mariana, César
Cantú, etc., y todos los setenta tomos de los clásicos de todos los países,
publicados hasta entonces, de la colección Bandry, en donde halló y se enamoró
de mis versos, por los cuales me tenía por uno de los primeros hombres del
mundo. Jamás pude convencerle de que él valía más que yo, puesto que más que yo
poseía, y que mi gloria no era más que un zumbido tenue, como el del mosquito,
y un resplandor efímero, como el del relámpago.
Jamás pude obligarle a suprimir el respeto y las deferencias
con que me trataba, ni pude jamás manifestar ante él un deseo o una necesidad
que no me realizara o no me cubriera."
(...)
En una entrada posterior, continuará.
Al ver banderas no me dije esta mañana
ResponderEliminarhe aquí los ricos ropajes de los pobres
ni el pudor democrático quiere velarme su dolor
ni la libertad venerada hace que se imiten ahora
las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
ni las casas flamean porque se partirá para no volver
ni esas manos agitadas trabajarán mañana para nosotros todos
ni siquiera han ahorcado a quienes no sabían aprovechar la vida
ni siquiera se renovará el mundo volviendo a tomar la Bastilla
yo sé que sólo lo renuevan quienes están fundados en poesía
Se ha empavesado a París porque mi amigo André Salmón aquí se casa
Nos conocimos en una bodega maldita
en el tiempo de nuestra juventud
fumando los dos y mal vestidos aguardando el alba
enamorados enamorados de las mismas palabras que habrán de cambiar de sentido
engañados engañados pobres muchachos y no sabiendo aún reír
La mesa y los dos vasos se transformaron en el moribundo que nos echó la última mirada de Orfeo
los vasos cayeron y se rompieron
y nosotros aprendimos a reír
Partimos entonces peregrinos de la perdición
por calles y comarcas y a través de la razón
lo vi de nuevo junto al río donde flotaba Ofelia
qué blanca boya aún entre los nenúfares
iba él en medio de los Hamlets demacrados
tocando en una flauta los aires de la demencia
Lo vi de nuevo junto a un mujik moribundo cantando las beatitudes
admirando la nieve semejante a las mujeres desnudas
Lo vi de nuevo haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
que cambian el rostro de los niños y digo estas cosas
Recuerdo y Porvenir porque mi amigo André Salmón se casa
Alegrémonos no porque nuestra amistad haya sido el río que nos fertilizó
terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
ni porque nuestros vasos nos echan una vez más la mirada de Orfeo moribundo
ni porque hemos crecido tanto que muchos podrían confundir nuestros ojos con estrellas
ni porque las banderas golpean en las ventanas de los ciudadanos que están contentos desde hace
cien años de tener la vida y pequeñas cosas que defender
ni porque fundados en poesía tenemos derechos sobre las palabras que hacen y deshacen el Universo
ni porque podemos llorar sin ridiculez y porque sabemos reír
ni porque fumamos y bebemos como antaño
Alegrémonos porque director del fuego y de los poetas
el amor que llena así como la luz
todo el sólido espacio entre las estrellas y los planetas
el amor quiere que hoy mi amigo André Salmón se case
G.A.
Y se escucha en la sala un cerrado aplauso.....
EliminarCon un beso