Al regresar del desierto tejano, Sacks comenzó a mecanografiar El Proceso sobre un trozo de lino. Y ha hecho lo propio con versos de Yeats, extractos de novelas de Cioran o Primo Levi, incluso discursos de Mandela o informes de la Cruz Roja. Y trabaja con la textura, superponiendo capas de otros materiales, emborronando, tachando, recortando el texto.
El autor dice que, al reescribirlo ansía aprehender mejor las sensaciones del autor al crearlo. Luego, imagino que se dejará empapar por sus propias emociones y creará un universo complementario, más violento o más dulce, en consonancia con su mirada.
Estuve mucho rato observando esta suerte de collages, pero me faltó comprender el texto para adentrarme mejor en su propuesta. Sin embargo, el gozo estético se impuso a todo lo demás. Una hermosa colección.
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