Sigue atento, Amor, sigue atento: las estrellas silban aún
tu tema y la luna, creciendo hasta el día trece de su menguante en marzo,
ilumina los oscuros sueños. Sigue atento, no te duermas y busca, dentro de ti,
no sólo razones de vida sino, sobre todo, razones para vencer a la muerte. No
se puede vivir sin una raíz en la consciencia y una rama al aire de los sueños.
Sigue atento mientras la música de los astros entone tu canción. Hoy aún es
siempre todavía. Hay razones para la desesperanza, poderosas razones que no
niego, y de repente una niña duda de su sombra en el camino, ladra un perro en
la noche, le dicen a alguien, en la consulta de las luces enfermas, que no es
benigno. No te duermas, Amor, no te duermas. No lo hagas nunca y rige todas las
cosas, todas la medidas, todo afán. ¿No oyes esa melodía? Escúchala junto al
rumor del tiempo.
La luna brilla en la noche, más llena y más baja que nunca.
Me he parado a mirarla, cuando salía del bar de mi parroquia y un
presentimiento me ha agitado: un dios de los nuestros, construido con el barro
de nuestros sueños, podría alcanzarla. Es por eso que leo, que leo mucho y me
aplico en la desordenada pasión de la belleza. Hoy a William Wadsworth, mañana
quién sabe a quien. ¡Tantas veces, amor, en busca de un adjetivo me he
encontrado con tu sombra que se desliza por mi vida! La luna está ahí, en su
fase de plenitud, aún coronando la helada que se va yendo poco a poco. Mañana,
si el Nuberu no dispone otra cosa, habrá sol, ese sol de marzo que ya aprende a
ser paciente y se demora en las esquinas de las terrazas sobre las piernas
esbeltas de la primavera a punto de nacer.
Mientras tanto llega y no, Amor, yo también escucho mis
canciones. Bob Dylan ahora, a Manolo García hace apenas un rato. ¿Te he dicho
que todas las canciones que me gustan hablan de ella? Lo han hecho desde
siempre, antes incluso de haberla conocido. Lo harán después para siempre ya
que, como bien se dijo, sólo una cosa no hay: el olvido. Noches de luna llena y
días de sol. ¿Qué más se puede pedir? Salgan a la calle, mis lectores, salgan a
la vida que se ilumina de manera tan contradictoria. Y a los que no puedan
salir, por lo que sea, que alguien les traiga un ramín minúsculo de margaritas.
La vida duele, claro que duele. Es el único sitio donde podemos ser felices.
A la vida le pediremos, cuando menos, otro tanto y más.
Necesitamos tu ayuda, Amor. No te conformes. Sé insaciable y voraz como eres
por naturaleza: reparte justicia y armonía, dilata los instantes de manera que
parezcan días y los días con tal industria que parezcan siglos. No permitas el
desasosiego perpetuo, haz que se abran en el alma rendijas de luz certera por
las que atisbar cómo huye, y se queda, la eternidad. No dejes caer en la
desesperación a quien ama y, si cae en la desgracia, cúbrelo de atenciones.
Pepín el de Tuenda, el flautista de Muñalén, me lo decía un
día:
–Lo que-y falta a Asturies ye amor, munchu amor – y yo
pensaba revolviendo el café del recuerdo: «Y a España, Pepín, y al mundu
enteru».
Háganme un favor: salgan a disfrutar del sol breve y, antes
del trece de marzo, miren de noche, sobre el mar de los sueños, la luna desde
su ventana. Aunque no me den la razón, que no la quiero, me entenderán.
22 de marzo de 2013, 15:20
ResponderEliminarSoy de la tierra de Xuan Bello y, por un azar inexplicable, he dado con este rincón en donde se habla de Sintra, de callejuelas abrumadas por tapias altísimas, de parajes boscosos y umbríos, de villas señoriales, de azulejos...
Compartimos tierra y veo que aficiòn por la belleza. Bienvenido a tu casa. Espero verte muy a menudo por aquí. Un abrazo muy fuerte
EliminarSol, conocí a Xuan Bello por ti.Encontré en Bs.As. un libro suyo en español y lo compré. "Historia universal de Paniceiros".
ResponderEliminarGracias por poder leerlo; me enternece y me estremece! besos
Celia
Cuánto me alegro, Celia. Es un libro magnífico que te acercará a la belleza de mi tierra. Muchísimos besos, amiga
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