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Finalmente Boyhood (Momentos de una vida) solo se llevó el Óscar a la mejor actriz de reparto (Patricia Arquette) en la última edición de los premios, que se volcó con Birdman y su director, Alejandro Iñárritu. Me gustó la película del mejicano, os lo comenté en Mi casa, pero no me resultó lo suficientemente fascinante para merecer este enloquecimiento general y, desde luego, mucho menos que Boyhood. ¡Qué delicia de película, la dirigida por Richard Linklater! ¡Qué gloria cuando alguien es capaz de contar una pequeña historia en letras minúsculas, sin alharacas ni aspavientos, y retrata la vida en toda su maravillosa complejidad, y pone el dedo en la llaga!
Boyhood narra la vida de un niño a través de los doce años que van desde la niñez a la juventud, un niño que descubre la vida ante nuestra mirada, sus primeras desilusiones, sus alegrías, sus temores, en el seno de una familia que va evolucionando con él. Para que la historia ganara en verosimilitud, Linklater rodó a los mismos actores durante unos días a través de doce años. Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan Hawke y su propia hija, Lorelei Linklater se prestaron a hacer un paréntesis en sus vidas, año tras año, para ponerse a las órdenes del director. Y el resultado me resulta extraordinario.
Os la recomiendo, la disfrutaréis. Os dejo con el trailer:
Sin pensarlo bien, tal vez casi al descuido, el padre le había dicho al niño, cuando tenía cuatro años, que aquel coche deportivo que conducía sería para él cuando fuese mayor.
El niño ya no es niño, ha cumplido ya 18 años, y entonces el padre le comenta que ha vendido el viejo coche deportivo para comprar un todoterreno. El niño se queda traumatizado. El padre le pregunta qué le pasa y el niño le cuenta (le recuerda) su promesa paterna. El padre dice que lo había olvidado, quizá sea verdad. Pero el niño no lo olvidó. Ni tampoco ahora, de mayor, olvidará nunca la decepción sufrida, el modo como su padre le falló. La recordará hasta el final de su vida.
En cada película hay un detalle tonto, casi accesorio, que por alguna razón me impacta más que el supuesto GRAN MENSAJE que pretende transmitir. En mi caso fue ése, ese detalle.
Sí, recuerdo ese momento y la decepción infantil. También eso, que tus padres te decepcionen, que se humanicen, es parte del crecimiento. Un abrazo, Sandra
¡Qué bien ver por aquí a mis viejos amigos del limonar granaíno, de nombre Zumo de Poesía! Qué bien encontrar por los pasillos de esta Casa a niña Sandra, de florida pluma pero de ave distinta a la que yo pelo en la misma ala. Cosa veredes, niña, en este recinto amurallado (hace tan feo extramuros...) de tapias soleadas, que nos ofrece la bella castellana de los ojos claros, de las claras manos, de las ideas claras. Para celebrar el encuentro, ofrezco este cuentillo mío (otro de bichos):
Me han salido branquias, Sol: aquella tumefacción del cuello que tomé por congestión linfática, rasgó la piel y amanecí este día con una fístula alargada a cada lado. Sumergí la cabeza en el pilón y pude respirar bajo el agua; veinte minutos ayer: no hay duda, respiro como...¡los peces! Aún hay más. Empiezan a formárseme en la espalda cintas córneas, pequeñas lengüetas de queratina, ímbrices diminutos parecidos a escamas. Me los vio anoche Graciela, al darme la vuelta en la cama. Presiento que me voy a convertir en un pez. Y que otro día perderé masa y seré una anémona de mar. Después, regresaré al estado de la ameba... Y cuando no sea sino un cordón de aminoácidos resecos por el sol que brilla en un cielo negro..., ocurrirá que un fleco de viento solar me ha de arrebatar y me lanzará al espacio insondable. Y estaré en camino: mi casa.
De esta historia(historieta diría), se salva y muy bien por cierto la mayor de las Arquette. Este año y por única vez estoy de acuerdo con casi todos los Oscar(es). Detesto las "pelilloros o lloropelis" aunque este año hay que reconocer que Alice ha estado inmensa.
Sin pensarlo bien, tal vez casi al descuido, el padre le había dicho al niño, cuando tenía cuatro años, que aquel coche deportivo que conducía sería para él cuando fuese mayor.
ResponderEliminarEl niño ya no es niño, ha cumplido ya 18 años, y entonces el padre le comenta que ha vendido el viejo coche deportivo para comprar un todoterreno. El niño se queda traumatizado. El padre le pregunta qué le pasa y el niño le cuenta (le recuerda) su promesa paterna. El padre dice que lo había olvidado, quizá sea verdad. Pero el niño no lo olvidó. Ni tampoco ahora, de mayor, olvidará nunca la decepción sufrida, el modo como su padre le falló. La recordará hasta el final de su vida.
En cada película hay un detalle tonto, casi accesorio, que por alguna razón me impacta más que el supuesto GRAN MENSAJE que pretende transmitir. En mi caso fue ése, ese detalle.
Sandra Suárez
Sí, recuerdo ese momento y la decepción infantil. También eso, que tus padres te decepcionen, que se humanicen, es parte del crecimiento. Un abrazo, Sandra
Eliminar¡Qué bien ver por aquí a mis viejos amigos del limonar granaíno, de nombre Zumo de Poesía! Qué bien encontrar por los pasillos de esta Casa a niña Sandra, de florida pluma pero de ave distinta a la que yo pelo en la misma ala. Cosa veredes, niña, en este recinto amurallado (hace tan feo extramuros...) de tapias soleadas, que nos ofrece la bella castellana de los ojos claros, de las claras manos, de las ideas claras.
ResponderEliminarPara celebrar el encuentro, ofrezco este cuentillo mío (otro de bichos):
Me han salido branquias, Sol: aquella tumefacción del cuello que tomé por congestión linfática, rasgó la piel y amanecí este día con una fístula alargada a cada lado. Sumergí la cabeza en el pilón y pude respirar bajo el agua; veinte minutos ayer: no hay duda, respiro como...¡los peces!
Aún hay más. Empiezan a formárseme en la espalda cintas córneas, pequeñas lengüetas de queratina, ímbrices diminutos parecidos a escamas. Me los vio anoche Graciela, al darme la vuelta en la cama.
Presiento que me voy a convertir en un pez. Y que otro día perderé masa y seré una anémona de mar. Después, regresaré al estado de la ameba... Y cuando no sea sino un cordón de aminoácidos resecos por el sol que brilla en un cielo negro..., ocurrirá que un fleco de viento solar me ha de arrebatar y me lanzará al espacio insondable. Y estaré en camino: mi casa.
Besos.
Me reuniré contigo donde estés, Apollinaire querido. Y allí estará Mi casa para cobijarte. Un abrazo enorme
EliminarDe esta historia(historieta diría), se salva y muy bien por cierto la mayor de las Arquette. Este año y por única vez estoy de acuerdo con casi todos los Oscar(es).
ResponderEliminarDetesto las "pelilloros o lloropelis" aunque este año hay que reconocer que Alice ha estado inmensa.
Ya sé de tus gustos cinematográficos y de lo poco que coincidimos, En el mérito de la Moore, sí, desde luego. Un beso cielo
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