En 1986 Claudio Abbado funda en Viena la Orquesta Gustav Mahler, la principal orquesta de jóvenes interpretes del mundo, que hace unos días nos ofreció un espléndido concierto en el Auditorio de Madrid, en homenaje a su creador. Un programa precioso, comenzando con Tres piezas para orquesta de Berg y las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss, con Emily Magee como solista. Estas maravillosas canciones, compuestas por Strauss a los ochenta y cinco años (en 1949), abatido y deprimido por la Segunda Guerra Mundial, son un portento de dulzura, delicadeza y exquisitez, más propio de un hombre enamorado de la vida que de un ser doliente y cansado. (Al finalizar la guerra Strauss escribe en su diario: "El período más terrible de la historia humana se ha terminado, y el reinado de doce años de bestialidad, ignorancia y destrucción de la cultura por parte de los mayores criminales, durante el cual los dos mil años de la evolución cultural de Alemania llegaron a su fin"). Las cuatro son una belleza, las tres primeras con letras de Hermann Hesse y la cuarta de Joseph von Eichendorf, pero quizá destacara Septiembre, cuyo texto reza:
El jardín entristece,
la lluvia fresca cae sobre las flores,
el verano se estremece calladamente
enfrentándose a su fin.
Caen las primeras hojas doradas,
humildes desde la acacia,
el verano se sonríe sorprendido y fatigado
al ver el jardín que esta muriendo.
Durante mucho tiempo todavía permanece
junto a las rosas, añorando la paz.
Lentamente cierra sus fatigados ojos.
La segunda parte del concierto estuvo dedicada a otra joya, la Sinfonía núm. 7 en mi mayor de Bruckner.
Me gustó mucho la dirección de David Affkham.
Os dejo con las Canciones de Strauss en la voz portentosa de Jessye Norman.
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