El exterior se adorna con estatuas de grandes figuras de la ópera, como Mozart, Liszt, Verdi y Puccini, . En el interior, impresiona su vestíbulo principal, con sus columnas de mármol, techos abovedados dorados, frescos y arañas. El precio es asequible, y conseguimos dos entradas en primera fila del patio de butacas. No voy adecuadamente vestida, tranquila al informarme que los húngaros visten baqueros en estos espectáculos, y me sorprende el atildado vestuario del público.
Pero, a diferencia de las óperas y conciertos de nuestro Teatro Real y Auditorio, el silencio durante la representación es total. Ni un murmullo, ni una tos. En España, culturalmente, seguimos en el tercer mundo. La orquesta suena extraordinariamente, y tanto el vestuario como el montaje, de Seregi Lászlo, son espléndidos. Por no hablar de la calidad de los bailarines y su capacidad actoral. Me pareció sobresaliente la actuación del bailarín que interpretaba a Mercucio, los matices de su personalidad patentes en cada uno de sus movimientos y expresiones.
Una representación memorable. He encontrado en la red una sinopsis, que os ofrezco.
Estaba preparando con Maurice Béjart un "Mercucio" muy solvente cuando sobrevino el esguince.y ... Y ahora vago buscando a una Julieta que siempre termina disfrutando algún montesco asilvestrado: es mi sino.
ResponderEliminarJajajaja. Se te adelantan? Mi pobre!!
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