Muy cerca de casa, en el pollete de una ventana, me topé con este guante abandonado, así colocado, parecía una escultura. Mañana repetiré el recorrido (espero recordarlo) para comprobar si sigue en el mismo sitio. Me intriga. De repente se me ocurre que puede ser una instalación, quizá su creador me observaba mirarlo desde la ventana de enfrente. Mi ignorancia sobre las nuevas tendencias en las artes plásticas es proverbial, así que cualquier cosa es posible.
Me encanta esta tradición común a países del centro y norte de Europa de colocar el anuncio de su establecimiento perpendicular a la fachada, en ocasiones verdaderas obras de arte (recuerdo lo curiosísimos que eran los holandeses, y la belleza de algunos ingleses y austriacos). Y me llamó la atención el escaparate que os traigo a Mi casa: como no entiendo una palabra de alemán no sé si se trataba de una tienda de trajes regionales o el taller de una costurera.
Baviera es el reducto católico de la protestante Alemania, y quizá por su singularidad se sienten impelidos a mostrar esa religiosidad en cuanto tienen ocasión. Paseando por la calle, al menos una de cada tres fachadas ostentan algún símbolo religioso, generalmente una Virgen con el Niño. Esta especie de altares callejeros son muy comunes en Italia, y en Andalucía, más cerca de casa.
Todavía se respira Halloween en los rincones. Y rica sopa de calabaza.
Mañana más.
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