Hace unos días presencié esta escena en el autobús. Una madre muy joven, un bebé que no llegaba al año, una tablet. La azulada luz de la pantalla iluminaba el rostro del bebé que, de cuando en cuando, tocaba con el dedo la pantalla; entonces sonaba una musiquita, el tono de los reflejos cambiaba y la tablet esperaba pacientemente a que el bebé realizara un nuevo toque. No apartó la mirada de aquello que contemplaba ni un solo instante.
A veces reprocho a mi nieto su "pantallitis", y su primera play está por llegar. No sé qué pensar, pero lo cierto es que me dio pena de este niño, ya hipnotizado.
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