Ante la imposibilidad de escuchar a la Orquesta Sinfónica de Bamberg en su sede habitual (está de gira, sé que la escucharemos en Madrid esta temporada), coincide mi estancia en Bamberg con un concierto delicioso a cargo de la Jugendorchester Bamberg (la versión juvenil de la Sinfónica) junto con alguno de sus maestros. El Auditorio está repleto de niños, que ocupan la totalidad del anfiteatro, y el concierto está claramente dirigido a ellos. Antes de cada pieza un presentador les explica a los niños su significado, y una niña de no más de diez años, armada con un micrófono, entrevista a alguno de los músicos y les invita a hacer sonar sus instrumentos.
Interpretaron la Obertura de
Las Hebridas, de Mendelssohn;
Peer Gynt, de Grieg y
Finlandia, de Sibelius, las tres muy apropiadas para un público infantil. Y me dio mucha envidia la educación musical de este país. No se escuchó el vuelo de una mosca.
Os dejo con
Finlandia:
Paso por aquí, te veo sola: ya no.
ResponderEliminarMira que eres críptico, Federico! Pero me encanta verte por aquí, críptico y todo. Un beso enorme
Eliminar¿Críptico, mi sol?, querrás decir escueto, que cuando salgo de la cripta dejo siempre la puerta abierta y la estaca en la tintorería...
ResponderEliminarTendría tantas cosas que contarte... Pero eres tú la que ha venido de viaje, no quiero restar protagonismo a Magda (¿has visto algo que tuviera que ver con Rilke?; yo lo "pensé" en Ronda, al borde del abismo.
Besos, cara.
Has estado en Ronda? Un lugar mágico. Cuéntame, me encanta leerte. Besos
EliminarDisculpa, Sole, pero no es reciente el viaje a Ronda, es cosa del año pasado, por el Corpus.
ResponderEliminarDel Tajo (o de los dos Tajos, el toledano y el rondense) que sobrecogieron el ánimo de Rilke, poco tengo que contarte que no sepas... Ahí está el "Epistolario español", pa que lo leas, dueña.
Ahora, más que de aquel abismo y de las palomas que pespunteaban los farallones rocosos, mueven mi el ánimo otros abismos y otras palomas, como las que zurean en los altos alminares. De Sevilla. Eeeeeeeele...
No creas que me gustan las palomas... No me gusta como tratan a los gorriones. Prefiero el cuervito, siempre de luto, mi pobre....
EliminarPaseaba esta mañana al borde del paseo marítimo. Y vi un grupo de volátiles apelotonados en el pretil, al borde del mar. Llevaba un cuadernito a mano y escribí:
ResponderEliminarDos palomas, cinco correlimos, un gorrión,
picotean en amor y compaña
unas migas de pan sobre el pretil
que mira al mar.
Hoy, en Tierra Santa,
los hombres se desangran
mientras dioses cejijuntos
se miran con odio
por encima de la cúpula de la mezquita
de Omar.
Peor tratan las palomas a las damas descuidadas que desayunan en las terrazas de los cafés y que les levantan la tostada. Mejores son, no te lo niego, los cuervitos-urraca-luego paloma blanca, que son capaces de volar grandes singladuras del aire para derrumbarse sobre la mesa de desayuno del destinatario de los mensajes amantes. Yo conozco uno que se abatío sobre el velador de una terraza mallorquina, y que al hacerlo, introdujo la cabeza inerte en la taza del café. Y que me lo tomé sin un escrúpulo: sabía a gloria y a desdén.
Yo suelo apartar unas migas a un extremo de la mesa para los gorriones más aventureros. A las palomas no las dejo ni acercarse.
EliminarBuena semana querido Fred.