Me resulta extrañamente impropio encontrar arte callejero aquí, en medio del bosque. Pero la ciudad está a la vuelta de la esquina. Un toque de sofisticación.
Respiro hondo, intento atesorar estos momentos. Huele a madera quemándose en las chimeneas, a frío, a tierra húmeda. De vez en cuando nos adelanta una bicicleta. Qué delicia.
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