La ascensión a la colina resulta cansada, pero merece la pena. En el camino nos encontramos con dos estaciones del Via Crucis más antiguo de Alemania, encargado por un rico ciudadano en el año 1500, entre las iglesias Elisabethenkirche y St. Getreu. La inscripción reza: La Verónica, delante de su casa, limpia el rostro cansado de Jesús (95 pasos) desde la casa de Pilatos.
El conjunto de la iglesia y el monasterio, con los edificios adyacentes, resulta muy armonioso. Aquí arriba se respira mucha paz. Camino por el paseo arbolado que delimita uno de los laterales: la vista sobre la ciudad es preciosa.
Después de un día encapotado y helador, a media tarde se abre el cielo y aparecen retazos azul pálido. El sol cae velozmente y la silueta de la espalda de San Miguel se recorta contra las nubes rosas, moradas, carmesí. A los pocos minutos ya es de noche.
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