Rothenburg es una ciudad medieval maravillosamente conservada, situada en el distrito de Ansbach, en Baviera. Hasta 1803 fue una ciudad imperial libre, y esa condición se refleja en la belleza y monumentalidad de sus edificios y en sus fortificaciones, realmente excepcionales, que os mostraré en una entrada posterior. Milagrosamente, la ciudad se salvó de la destrucción en momentos clave de la historia, y siempre por motivos sorprendentes. Durante la Guerra de los Treinta Años fue tomada por el conde de Tilly que, según cuenta la leyenda, hizo prisioneros a los concejales del Ayuntamiento, los condenó a muerte y ordenó quemar la ciudad. El alcalde le ofreció como bienvenida vino de la región, servido en un precioso vaso de vidrio de más de tres litros de capacidad. Al conde le hizo gracia el gesto y ofreció respetar la ciudad si alguien era capaz de beberlo de un trago. El alcalde, Georg Nusch, fue el voluntario que logró salvarla.
También durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial se salvó por los pelos. Jhon Jay McCloy solicitó y consiguió su rendición desoyendo las órdenes de su superior que exigía fuese destruida. Parece ser que su madre se había enamorado de Rhotenburg durante un viaje a Alemania y le había hablado de la belleza de la ciudad.
La Plaza del Mercado, el Ayuntamiento renacentista, la Taberna de los Concejales, de 1446, con su reloj solar, la Casa Jagstheimer. La ciudad entera es una sucesión de maravillas. Os invito, en otra entrada, a pasear por sus calles.
Una gozada disponer de un apartamento bajo cubierta, en una de esas casas picudas...
ResponderEliminarBeso, Sol.
Una gozada, sí. Me encantaría vivir en un lugar así una temporada. Muchos besos, Federico
EliminarVoy tomando nota de todas tus recomendaciones. Precioso diario de viaje.
ResponderEliminarGracias Enrique, fue un viaje fantástico. Os contaré más. Un abrazo muy fuerte
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