Pocas cosas tan reconfortantes como las Sinfonías de Beethoven. Qué lujo estrenar el otoño de esta manera, escuchando en el Auditorio la Séptima de manos de la Orchestra del Maggio Musicale Fiorentino dirigida por Zubin Metha. No es una de las grandes, incomparable con la Filarmónica de Viena con la que arranca el viernes Ibermúsica (la 2ª y la 4ª de Brahms, me emociona solo pensarlo), pero Metha la ha llevado maravillosamente, y el programa ha sido precioso.
Comenzó con la obertura de Rosamunda, de Schubert, una pieza deliciosa, dulce y romántica, que estuvo perdida durante cuarenta años y que fue descubierta en el fondo de un armario entre otros papeles de un editor vienés. Después escuchamos el Concierto para violín y orquesta en Mi menor de Mendelssohn, con una jovencísima y fantástica solista española, Leticia Moreno. Y para rematar, una Séptima vigorosa, energética, que me colocó la sonrisa en los labios al primer acorde. Beethoven siempre se agradece, y Metha nos lo ofreció en toda su brillantez. Salí del Auditorio reconciliada con el mundo.
Os dejo con el segundo movimiento. La Filarmónica de Viena dirigida por Karajan. Un lujo.
Inigualable el "sonido Karajan". Creo que nunca nadie superó esa grandeza.
ResponderEliminar