"La noche en que murieron llegó primero el coche patrulla lanzando destellos de luz roja en la oscuridad. Dos agentes entraron en la casa, con rapidez pero con cautela, conscientes de que acudían a la llamada de uno de los suyos, un policía que se había convertido en víctima en lugar de ser él a quien recurrían las víctimas.
Permanecí sentado en el pasillo, con la cabeza entre las manos, cuando entraron en la cocina de nuestra casa de Brooklyn y echaron un vistazo a los cadáveres de mi esposa y de mi hija. Me quedé observando mientras uno de los agentes llevaba a cabo un breve registro en las habitaciones del piso superior y el otro inspeccionaba la sala de estar y el comedor; entretanto, la cocina reclamaba su presencia, les exigía que dieran fe de aquello.
Oí que informaban por radio de un probable doble homicidio y solicitaban la intervención de la Unidad de Delitos Graves. Percibí conmoción en sus voces, pese a que procuraban comunicar lo que habían visto de la manera más desapasionada posible, como correspondía a dos buenos policías. Quizá ya entonces sospechaban de mí. Eran policías, y ellos mejor que nadie sabían qué era capaz de hacer la gente, incluso uno de los suyos.
Y por eso permanecieron en silencio, uno junto al coche y otro en el pasillo, a mi lado, hasta que llegaron los inspectores, seguidos de la ambulancia, y entraron en nuestra casa. Mientras, los vecinos iban apareciendo ya en los porches, tras las verjas, y algunos se acercaban para averiguar qué había ocurrido, qué desgracia había caído sobre la joven pareja de enfrente, la pareja de la niña rubia".
Hace unos días leí que, para este tiempo de horrores, nada mejor que zambullirse en una novela negra, cuanto más terrorífica, mejor. Esta que hoy os aconsejo, y que acabo de terminar, es tremebunda, la primera de la saga del ex policía Charlie Parker, alias Bird, con la que su autor recibió en 1999 el Shamus Award a la mejor primera novela. Si os gusta el género, no os la perdáis.
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