Estos espacios, entre lo arquitectónico y lo escultórico, celdas poéticas y misteriosas que te envuelven, jugando con la luz. Celosías que remiten a nuestro acervo cultural árabe y judío, parecen escritas con caracteres criptográficos. Un lugar misterioso para la ensoñación que invita a sentarse en un rincón y permanecer allí, envuelta, resguardada. Eché de menos la música de Bach, la Pasión según San Mateo, por ejemplo.
A veces las celosías se transforman en superficies vegetales, un enramado que dibuja un camino. Aquí está la calidez de lo orgánico: una senda en un bosque, una maraña de lianas que se abren para cederte el paso hacia el siguiente recodo. Adoro los bosques, en la obra de Iglesias me siento en casa.
En última instancia, lo que representa la obra de Iglesias son paisajes, interiores en el caso de las celosías, naturales cuando dibuja caminos. Incluso cuando juega con los tapices, como en el caso de la pieza que veis arriba, a la derecha. Una escultura maravillosa. Parece como si un tapiz se estuviera desprendiendo de un espejo en el que se refleja. El tapiz resulta la representación de un paisaje, encarado, reflejándose en una superficie pulida.
Y termino con otra pieza fantástica, toda liviandad, un rincón de luz tamizada, alas o nubes. Pero su exposición da para mucho más. En otra entrada seguiré contándoos.
Lastima que no hay ninguna foto de las esculturas de agua , aunque sin sonido ya serian otra cosa verdad?
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