Le Monde quema miles de fotografías de Daniel Mordzinski

Las fotos que ilustran este comentario son obra del fotógrafo argentino Daniel Mordzinski, el llamado fotógrafo de los literatos, ante cuya cámara han posado Cortázar y Borges, Vargas Llosa y Benedetti entre cientos de primeras figuras de las letras. Un mago del retrato, cuya simpatía y capacidad de seducción lograron vencer las reticencias de intelectuales y artistas consiguiendo lo que para cualquier otro hubiera resultado imposible. Pues bien, Mordzinski acaba de perder el fruto de casi treinta años de trabajo en forma de negativos y fotografías, cuando el diario Le Monde, sin aviso previo ni explicación alguna, quemó miles de negativos y diapositivas.

Tuve ocasión de conocer a Mordzinski hace años, en la boda de unos amigos comunes y, aunque no le traté más, le recuerdo afable y encantador, moviéndose entre la gente disparando su cámara. Me ha dejado desolada la carta que ha colgado en su web, en la que da cuenta de lo sucedido, e indignada la justificación ofrecida por el periódico y recogida por el diario El País. Un trabajo extraordinario, irrecuperable.

Hoy domingo, Mario Vargas Llosa dedica La cuarta página del diario El País a este asunto. Bajo el título
Fuego de imágenes escribe:

"Dudo que entre los propios escritores haya alguno que ame más los libros y respete tanto el quehacer literario como Daniel Mordzinski. Nadie se ha interesado con más pertinacia y devoción en el proceso intelectual y material que está detrás de los poemas, las historias, los ensayos y los dramas y nadie ha explorado con más curiosidad y respeto esa misteriosa intimidad en que nacen los libros. Por eso, los retratos de escritores que han sido la pasión de su vida constituyen algo mucho más sutil y profundo que meras imágenes: verdaderas exploraciones de la intimidad psicológica, de los sótanos de la personalidad, de esas zonas turbadoras del inconsciente, del instinto, de la sensibilidad donde anidan muchas veces los gérmenes de las grandes creaciones literarias. Ello se logra no sólo mediante la destreza y el aprovechamiento inteligente de la técnica; también, gracias a un conocimiento de la obra y la persona del escritor y una empatía que nace de la amistad y el afecto."