El lugar donde vivimos es el título de la exposición dedicada a Robert Adams organizada por el Museo Reina Sofía, una amplia retrospectiva que nos adentra en la América profunda y nos muestra como ha ido cambiando su paisaje en las últimas décadas. Su trabajo es una denuncia de los efectos a veces devastadores del progreso en paisajes de una gran belleza (maravillosa su serie sobre el álamo que se secó cuando la construcción de una nueva urbanización obstruyó la acequia de la que se alimentaba), pero también es un homenaje a los espacios vírgenes (su serie sobre las llanuras), tan semejante a sus imagenes del mar.
Aunque la reivindicación de los espacios naturales y la denuncia del impacto de la acción del hombre sobre ellos sea el leit motiv de su obra, su trabajo huye del dramatismo y encuentra la belleza en los pequeños detalles: una urbanización del extrarradio, una carretera que se pierde en el horizonte, un motel de carretera, una gasolinera.
Reconocemos estas imágenes como propias. Ante muchas de estas fotografías he recordado a Hooper, y me han devuelto paisajes imaginados al leer a Faulkner, a Steinbeck, a McCarthy. Una exposición para recorrer despacio.
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